El fracaso de la COP25 ensancha la brecha entre la calle y la inacción de los gobiernos

“El mundo grita emergencia y los gobiernos se tapan los oídos”

Fotografía de Pablo Rivas

“El mundo grita emergencia y los gobiernos se tapan los oídos”. Con esta frase, Ecologistas en Acción resume el resultado de la Cumbre del Clima, finalizada este domingo 15 de diciembre en Madrid.

La 25ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25) estaba llamada a ser “la COP de la ambición”, como señalan desde Juventud por el Clima-Fridays for Future España. Tras las movilizaciones multitudinarias de 2019 por de todo el planeta lideradas por Fridays For Future, la declaración de emergencia climática en un gran número de países y regiones, y las masivas acciones de protesta que rodearon a la COP25 “se esperaba que en esta cumbre el problema se empezase a abordar como la emergencia que es”.

Pero no fue así. El fracaso de las negociaciones deja, según la valoración de Juventud por el Clima, “unos compromisos insuficientes para mantenernos por debajo de los 1,5º [de aumento de temperatura sobre los niveles preindustriales]; la utilización de un lenguaje débil que no incluye referencias a los derechos humanos, fundamentales para que la justicia climática sea real; y se posponen muchas decisiones para la futura COP26”.

EE UU, China, India, Brasil y Sudáfrica, entre otras naciones, se cierran a la adopción de consensos para poner en marcha el Acuerdo de París y acelerar la reducción de emisiones global. Es más, las ONG denuncian que incluso podría rebajarse la ambición planteada en 2015 por dicho Acuerdo. El movimento por el clima ya habla abiertamente de “fracaso de la cumbre”.

Lejos de cumplir el principal reto de la COP25 —que los gobiernos aumenten la ambición para dar respuesta a la emergencia climática—, el bloqueo impuesto por los principales países contaminantes ha llevado a que incluso esté en entredicho el cumplimiento de los insuficientes acuerdos tomados en la cumbre de París en 2015.

El fracaso es absoluto. Ni siquiera se ha conseguido concretar con “compromisos reales el insuficiente Acuerdo de París”, señala Ecologistas en Acción en la valoración de los resultados de la cumbre. También se han aplazado, denuncian desde esta organización ecologista, aspectos importantes como el refuerzo de la financiación para el Fondo de Adaptación, para el Fondo Verde para el Clima y la creación de otro fondo para el Mecanismo Internacional de Varsovia sobre pérdidas y daños, todas ellas herramientas pensadas para que la transición ecológica sea justa y no se cargue sobre los países y los sectores con menores recursos.

La confederación defensora del medio ambiente reconoce escasos avances en la cumbre, principalmente la aprobación del Plan de Acción de Género, una iniciativa por la cual la variable de género deberá estar muy presente en el desarrollo de las estrategias nacionales de reducción y descarbonización de la economía, algo que nunca había conseguido aprobarse en las COP. 

Bloqueadores climáticos

A la presión de los grandes “bloqueadores climáticos”, como Estados Unidos, China, Brasil o Arabia Saudí, se le ha sumado, según denuncia Greenpeace, la acción de “los lobbies de los combustibles fósiles y de las corporaciones, que solo defienden sus propios intereses”. El miedo a que sus “lucrativos negocios se vieran afectados ha hecho que ejercieran toda su influencia para evitar un acuerdo multilateral que abordara de forma decidida la emergencia climática”, remarca la ONG.

El hecho de que los patrocinadores de la cumbre fueran las principales empresas contaminantes del Estado español fue un mal augurio. Greenpeace describe una cumbre donde “se ha cerrado literalmente la puerta a la ciencia y a las exigencias de la sociedad civil”, que pedían soluciones urgentes. En cambio, señalan desde este ONG internacional, “los políticos se pelearon por el modelo de tráfico de emisiones del Artículo 6, que amenaza los derechos de los pueblos indígenas y pone un precio al medioambiente” con la intención de convertir en global los mercados de compraventa de emisiones de carbono, un debate que al final se pospone a la siguiente cumbre, en Glasgow.

Aunque el bloqueo en la discusión sobre el Artículo 6 se vivió como un fracaso en las negociaciones, para Ecologistas en Acción no lo es tanto ya que “tanto mercados de carbono como mecanismos de desarrollo limpio son herramientas que no benefician a la justicia climática y social”.

Cumbre política

“Los Gobiernos deben replantearse totalmente cómo han actuado, porque el final de esta COP es totalmente inaceptable”, señalaba Jennifer Morgan, directora de Greenpeace. “Se preveía que esta COP fuera técnica, pero finalmente ha sido más más bien política y hemos visto cómo operan los grupos de presión de los sectores más contaminantes que torpedean las negociaciones, así como la profunda desconfianza de la juventud hacia la clase política”, indica Morgan.

La responsable acusa a un “puñado de poderosas economías del carbono” de haber “asaltado” el Acuerdo de París, un tratado ya calificado como “insuficiente” por la comunidad científica ante las nuevas evidencias de aumento de la temperatura en todo el planeta.

Las organizaciones de la sociedad civil dentro de la cumbre han terminando su participación en la sesión plenaria con una declaración que no deja lugar a interpretaciones sobre la desilusión generalizada sobre las conclusiones de la cumbre: “Esta COP ha fallado a las personas y al planeta”.

Las movilizaciones masivas de la sociedad civil, analizan desde Ecologistas en Acción, “han marcado un punto de inflexión en la lucha climática, que muestra la separación entre los gobiernos y la ciudadanía en defensa de un presente y un futuro habitables”.

La red global de organizaciones por la justicia climática Climate Action Network hablaba de un “desconexión nunca vista entre la ciencia y las demandas de la gente con los debates y las propuestas de los gobiernos”. Que el planeta, hoy en día, se dirija directamente a un incremento de 3,5ºC sobre los niveles preindustriales no ha parecido ser suficiente razón para un acuerdo ambicioso.

Para Javier Andaluz, responsable de Clima y Energía de Ecologistas en Acción, aunque la movilización empieza a tener efectos visibles, para conseguir compromisos tangibles habrá que seguir en la calle. “Tal y como se ha visto, la presión social ha conseguido que para algunos países sea imposible salir de esta cumbre con un mal acuerdo que desoiga el grito ciudadano de los últimos meses. Vamos a seguir saliendo la calle para demandar que se haga caso a la ciencia y seguir demandando justicia climática”.

Un montón de mierda

Para celebrar el final de la COP25, el colectivo Extinction Rebellion entregó el pasado 14 de diciembre un regalo a los líderes mundiales: una tonelada del “mejor estiércol de caballo de Madrid”, es decir, un “montón de mierda” arrojada en las puertas del recinto donde se celebraba el evento, en una acción con la que querían mostrar su parecer sobre el resultado de la cumbre climática. “Estamos en la mierda a no ser que nos unamos, pensemos de manera más grande y transformadora. Recordad que de la mierda más acre, crecen las más bellas rosas”, declaraba Blanca Lagunas, del Equipo de Apoyo Internacional de Extinction Rebellion.

Esta activista climática definía el próximo año como clave para enfrentar las consecuencias del calentamiento global: “Lo que el mundo haga el próximo año afectará el curso de la humanidad. Los puntos de inflexión ya se están cruzando, necesitamos que la comunidad internacional se una, como nunca antes, y haga posible lo imposible”.

El Salto

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