La crisis ha sido especulativa, ha costado mucho dinero a los Estados y no se ha hecho nada por resolverla

Jordi Pacheco de «La Marea» entrevista a Arcadi Oliveres          20 agosto 2018

El 2 de junio de 2014 el rey Juan Carlos I de Borbón abdicó en favor de Felipe VI. Inmediatamente después del anuncio, miles de personas salieron a la calle en toda España para exigir un referéndum por la III República. Arcadi Oliveres (Barcelona, 1945) fue uno de ellos. Aquella tarde anuló sus compromisos y, convencido de que las monarquías son “una vergüenza democrática”, se fue hasta la plaza de Catalunya de Barcelona para unirse a la reivindicación. Oliveres nos cita a tan solo unos metros de aquel lugar, en el muy céntrico y emblemático Café Zurich. El establecimiento dispone de un altillo de ambiente tranquilo donde a menudo este incansable activista se reúne con quienes le requieren. Entre otros pequeños obsequios, le llevamos el último ejemplar de La Marea. No lo acepta: lo compra cada mes en el quiosco.
El 15 de septiembre de 2008 se produjo la quiebra del gigante financiero Lehman Brothers, un hecho que incendió los mercados y desató la crisis mundial. ¿Cómo ve la situación mundial diez años después?
Todo ha ido a peor. Aquella fecha marcó el inicio oficial de la crisis, pero había un caldo de cultivo que propició la caída. La palabra clave que define este caldo de cultivo se llama especulación. Históricamente, no todas las crisis han tenido estas características. Durante la década de 1970 también se produjo una gran crisis mundial, pero le dieron otro calificativo. La llamaron la crisis del petróleo. En cambio, esta crisis desatada con la caída de Lehman Brothers fue una crisis de especulación que se produjo en un doble ámbito: la especulación inmobiliaria y la especulación bursátil. La primera la hemos conocido bien aquí, pero la segunda fue mayor e incluso más grave. La gente compraba y vendía acciones esperando que cambiara la cotización y a partir de aquí hacían subir y bajar los valores atrapando a mucha gente que había invertido y que después no podía vender lo que había comprado o no podía volver a comprar lo que había vendido. Esta gente, que en su mayoría eran bancos y fondos de inversión, acabaron pidiendo auxilio a la administración pública. Fue a partir de este momento cuando los gobiernos de EEUU, Inglaterra, Japón y España, entre otros, empezaron a llevar a cabo lo que conocemos como el rescate bancario, para el cual han destinado grandes cantidades de dinero. Este es un tema que me ha obsesionado durante mucho tiempo, especialmente durante mis últimos años en la facultad. Y si los números no me fallan, en aquella época se alcanzó la cifra de cuatro billones de dólares destinados al rescate. En el caso de España, a pesar de que hay cifras escondidas, el rescate costó 60.000 millones a las arcas públicas. Hemos destinado a salvar a los bancos, que han tenido un comportamiento pésimo, prácticamente la mitad de lo que destinamos a pagar las pensiones. Y el problema es que no se ha puesto remedio a esto. La especulación sigue, no aprendemos.
En la actualidad ya se habla de un renacimiento del boom inmobiliario…
James Tobin, que fue Premio Nobel de Economía en 1981, propuso hace más de 20 años que los especuladores, si bien era improbable que abandonaran sus prácticas especulativas, empezaran a pagar impuestos. Los especuladores tienen tanta fuerza y poder de influencia que ningún gobierno ha aceptado la propuesta de Tobin. De los ocho últimos ministros de economía de EEUU, que allí llaman secretarios del Tesoro, seis eran especuladores antes de pasar a ocupar el cargo. De modo que ninguno de ellos tiene interés en salir de la crisis, porque cada vez ganan más. Un informe publicado a inicios de 2018 por Oxfam Intermón afirmaba que, durante los últimos años, la recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los ricos que al resto de la población y el 12% más rico concentra el 86% de la riqueza total. En resumen: la crisis ha sido especulativa; ha costado mucho dinero al Estado; y no se ha hecho nada por resolverla.
¿Quiénes son, a su juicio, los responsables de la crisis?
Los máximos responsables son los fondos de inversión. Y esto debe ponernos en alerta porque una buena parte de los fondos de inversión son alimentados por los fondos de pensiones. Y a menudo nosotros alimentamos los fondos de pensiones al hacernos un plan de pensiones privado cuando no confiamos en la función de la Seguridad Social. Por tanto, y esto es un principio ético a tener en cuenta, nosotros tenemos una parte de la responsabilidad en todo esto. Los fondos de inversión son los grandes manipuladores. Y entre ellos, hay un banco de inversión norteamericano, Goldman Sachs, que es el peor de todos. Estos seis secretarios del tesoro de EEUU de los que hablaba anteriormente, antes de ocupar el cargo fueron directivos de esta compañía, a la cual se le atribuyen más de doscientos supuestos delitos. Es una banca, por tanto, cien por cien delictiva cuyos dirigentes son hoy en día ministros o directores de organismos como por ejemplo el Fondo Monetario Internacional.
¿Cuál es la relación entre la crisis económica en Cataluña y el Procés?
El desempleo, por un lado, y la inoperancia del Estado del bienestar, por otro, son los dos factores que han perjudicado más gravemente a la población tanto en Cataluña como en el resto del Estado. Cataluña ha sido víctima de esta crisis económica por todo lo que ha significado desde el punto de vista del desempleo, que ha aumentado considerablemente. Puede que en algunos lugares concretos el paro haya disminuido algún punto, pero lo ha hecho, en todo caso, a cambio de cosas peores, como son los trabajos esporádicos, precarios y con salarios de miseria. Esto ha impactado mucho en la gente. La otra cara de la crisis es la desprotección ciudadana frente a esta situación. Cuando no tienes un empleo, lo menos que puedes esperar es que el Estado te proteja a través de aquello que llamamos el Estado del bienestar. Y puesto que los gobiernos han visto dificultades en los presupuestos —entre otras razones porque se ha destinado mucho dinero a salvar a la banca y muy poco a salvar a la población—, las pensiones no han subido, la Seguridad Social se ha tambaleado, las viviendas públicas no se han construido y la educación y la sanidad han sufrido recortes.
Por otra parte, y en referencia a la relación entre la crisis y el Procés, debo decir que yo, que soy anticapitalista, tengo ideas discrepantes con algunos compañeros independentistas. Ya he dicho muchas veces que soy independentista, pero parto de una idea: la independencia de Cataluña nunca se debe vincular con razones económicas. Cataluña debe ser independiente por la sencilla razón de que es un pueblo, una historia, una cultura, una idiosincrasia, una lengua, una manera de ser. Y en consecuencia, se lo merece. Pero Cataluña nunca debería reclamar la independencia con el fin de que su economía mejore. Debemos ser independentistas incluso si Cataluña empeorara económicamente, cosa que, por otra parte, no creo que sucediera. Pero eso de decir que siendo independientes tendremos más dinero porque no dependeremos de Madrid, no.
Ese tipo de argumentos generan conflicto entre comunidades autónomas…
Por supuesto. Yo he dicho que el día que Cataluña sea independiente tendrá que dar más dinero a Extremadura o a Galicia —pongamos por caso—, que el que da ahora, porque hay un principio que se llama solidaridad. Igual que debemos ayudar a Etiopía, debemos ayudar a Extremadura si es necesario. Y evidentemente, no habría que poner ninguna frontera, ni pedir visado a quienes vengan de España o desde cualquier otro lugar. Y sobre todo, nunca deberíamos decir esa terrible, horrible e inaceptable frase que dice “España nos roba”. Desde este punto de vista, la independencia la hemos manejado muy mal desde aquí. Puede que un país pequeño como Cataluña, bien administrado, permita vivir mejor a su gente, pero ese no debe ser el objetivo. Debemos ser independientes porque nos lo merecemos. Y punto. Cuando los hijos tienen una cierta edad, se emancipan. Y casi siempre se van para vivir en condiciones mucho peores: viven en pisos de alquiler, deben lavarse la ropa y la madre no cocina para ellos a diario.
A pesar de las incomodidades, quieren emanciparse…
Cataluña se quiere emancipar porque ha alcanzado la mayoría de edad. No hay que vincular la independencia con la economía. Pongamos argumentos políticos, culturales, folclóricos, históricos, pero no económicos. Esto sería un egoísmo absoluto. Por otro lado, creo que habría que empezar a plantear la idea de que queremos ser independientes porque de ese modo construiremos un país nuevo. Lo cual quiere decir que, independientemente de la relación con el resto de España, más rico o más pobre, deberemos crear un país con empresas más justas; un país con una banca más ética; un país que respete el medio ambiente y que proteja los flujos migratorios; un país con una banca pública.
Existe una creciente toma de conciencia por parte de la ciudadanía sobre el uso del dinero, lo cual está llevando a muchos a elegir una banca responsable. ¿Cómo ve el fenómeno de la banca ética?
Voy a contarte una anécdota en relación con esto. En 1999, en la sede de Justícia i Pau —entidad de la que fui presidente entre 2002 y 2013— se celebró la primera reunión de 52 organizaciones (ONG, sindicatos, asociaciones de vecinos y otras por el estilo) para promover en Cataluña una banca ética. Diría que el primer paso sobre banca ética en Cataluña se dio desde Justícia i Pau cuando este término todavía era prácticamente desconocido. Aquel fue un primer paso. Otro factor que ha influido en el progreso de la banca ética es la práctica desaparición de las cajas de ahorros. No es que estas entidades fueran éticas, pero es evidente que la gente sentía más simpatía hacia ellas que hacia los bancos. Y en tercer lugar, los bancos se implican mucho en todo este mundo especulativo del que hablábamos antes, lo cual genera el descontento de la gente. Esto explica la simpatía creciente hacia la banca ética, la cual, a mi modo de ver, tiene un futuro importante siempre y cuando no se acabe echando a perder. Pero en principio vale la pena apoyarla si se quiere evitar la especulación. Yo siempre digo que esto de la banca ética debería complementarse con la banca pública, la banca del Estado. Y si se quiere potenciar la independencia de Cataluña, sería ya hora de poner en marcha esa institución mínima que es el Institut Català de Finances. A la larga, aunque yo no lo vea, la banca debe ser pública o ética.
Del mismo modo, podríamos mencionar el crecimiento del cooperativismo, los movimientos sociales y asamblearios, los bancos de tiempo. Todo ello camina en la misma dirección…
El mes de octubre de cada año, en el barrio de Sant Andreu, se celebra la Fira d’Economía Solidària de Catalunya, organizada por la XES (Xarxa d’Economia Social). Es una gozada visitarla. Allí ves cooperativas, agricultura ecológica, banca ética, alternativas a la energía, alternativas a la conexión a Internet… Estas iniciativas son pequeños embriones de una nueva economía. En la edición del año pasado pasaron por allí 50.000 personas, una cifra que no está nada mal para una feria de este estilo. La cosa empieza a moverse en estos ámbitos y por aquí es por donde debemos ir.
¿Cree que el rescate del Aquarius por parte del gobierno de Sánchez marcará un antes y un después en la gestión de los flujos migratorios por parte de España y la UE?
Me parece un gesto oportunista por parte del gobierno de Sánchez. Quien no me parece tan oportunista es Joan Ribó, el alcalde de Valencia. Por su historial, Ribó es un hombre honesto que se toma en serio estas cuestiones y que tuvo la sana idea de acoger a toda esta gente en Valencia. Por tanto, considero que su decisión fue puramente humanitaria. Por otra parte, supongo que la Moncloa tiene asesores inteligentes que debieron sugerirle a Sánchez que aprovechara la ocasión para apuntarse el gol. Después viene la segunda parte, más desagradable, que es enviar a las personas migrantes a los CIE, lo cual es absolutamente inaceptable. Pero más allá de esto, lo cierto es que deberíamos acoger a muchas más personas.
Se dice que la población inmigrante será necesaria en la UE durante las próximas décadas para revitalizar la economía…
Eso está escrito por Naciones Unidas desde hace 20 años. Aquí el envejecimiento de la población es un hecho evidente. Hace unos años ya se calculaba que entre 2010 y 2020 España debería recibir alrededor de 160.000 inmigrantes nuevos cada año para reflotar su economía ante el envejecimiento poblacional. Al margen de que acoger inmigrantes y refugiados es obligatorio desde el punto de vista ético, no es solo una cuestión de generosidad. Los inmigrantes pagan IVA independientemente de si tienen papeles o no. Si además tienen papeles, pagan un impuesto sobre la renta. Y si tienen trabajo, pagan cotizaciones a la Seguridad Social. Eso es lo que se deriva de ingresos procedentes de la inmigración. Por otra parte, generan una serie de gastos: educación, sanidad, protección a la vivienda, etc. En los últimos tiempos se han publicado estudios que advierten que los ingresos aportados por los inmigrantes al Estado son superiores a las prestaciones que reciben. De modo que hay que examinar bien estas cifras antes de afirmar a la ligera que los inmigrantes cuestan dinero a las arcas públicas. Diría, por tanto, que la inmigración es positiva por varias razones: rejuvenece la población, impulsa nuestra economía y mejora nuestra cultura. No olvidemos que la cultura es fruto del mestizaje. El mundo ha sido así históricamente. No se pueden poner puertas al campo.
Hay poderosas industrias que se lucran en la gestión de las fronteras: empresas de seguridad, mafias…
En más de una ocasión he pedido públicamente que el exministro de Interior Jorge Fernández sea enviado a prisión inmediatamente por haber ordenado a sus guardias civiles lanzar pelotas de goma a los inmigrantes que en febrero de 2014 murieron en la playa del Tarajal. Eso, que yo sepa, tiene un nombre: asesinato. Por tanto, este señor debe ser juzgado.
¿Cree que Iñaki Urdangarin está pagando por conductas que son atribuibles también a otros miembros de la Corona?
Por supuesto que sí. Primero: contrariamente a lo que se dice, Urdangarin recibe un trato de favor cumpliendo su condena en una cárcel de mujeres en la que él será el único hombre y estará aislado. Por tanto, es mentira eso que dicen de que la familia real no recibe tratos de favor. Dicho esto, conviene recordar que su suegro, Juan Carlos de Borbón, ha amasado millones de euros supuestamente en comisiones por la venta de armas y compra de petróleo. Se dice que, cuando era más joven, pactó con el Reino de Arabia que por cada barril de petróleo que comprara España a Arabia Saudí, recibiría una determinada cantidad en su cuenta corriente. Este señor ha cobrado supuestamente comisiones ilegales durante toda la vida. Y si entramos en temas políticos, hay asuntos muy dudosos en la vida de Juan Carlos I. Por ejemplo, si estaba o no detrás del 23F. O aquello que contaba en sus memorias el antiguo diputado Solé Tura, ya fallecido, que decía que él y otros compañeros, como redactores de la Constitución, querían poner que las autonomías podrían salir de España si lo deseaban. En eso llegó un militar, supuestamente enviado por Juan Carlos I, que la Constitución debía consagrar la sagrada unidad de España y eso no lo iba a cambiar nadie. Intervenciones, en duda, cien por cien antidemocráticas. Una monarquía, sea en España, Inglaterra u Holanda, no tiene ninguna razón de ser. Es una vergüenza democrática. ¿Por qué una familia, la familia real, ha de tener unos privilegios por encima de todas las demás? Además, el caso español es mucho peor, ya que se sitúa a los hombres por encima de las mujeres. Por razones de edad, no debería ser Felipe el sucesor de la Corona sino Elena. Las monarquías deben desaparecer inmediatamente.
https://www.lamarea.com/2018/08/20/la-crisis-ha-sido-especulativa-ha-costado-mucho-dinero-a-los-estados-y-no-se-ha-hecho-nada-por-resolverla/

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