Aunque el Gobierno lo niegue, la pobreza en España sigue aumentando. En términos absolutos y relativos
Aunque el Gobierno lo niegue, la pobreza en España sigue aumentando. En términos absolutos y relativos. En las ciudades y en los pueblos. Lo saben los ciudadanos, lo subrayan los informes de los expertos y lo confirman las estadísticas internacionales, aunque el Gobierno mire hacia otro lado.
Los últimos datos de la OCDE dejan al descubierto una realidad cada vez más dura: los ingresos del 10% más pobre de la población crecen menos que los ingresos del 10% más rico. Las mayores diferencias se dan en los países más castigados por la crisis, entre ellos España. La fiscalidad y el gasto social se muestran cada vez más impotentes para amortiguar el deterioro social.
En uno de sus más recientes informes Oxfam-Intermón aporta datos contundentes: en 2013 el 25,1% de la población española vivía en condiciones de exclusión social y cinco millones de personas se encontraban en situación de exclusión severa. Son cifras que sitúan a España como el segundo país más desigual de Europa. Y el problema no es solo la crisis, que ha elevado el desempleo hasta niveles infames. El problema tiene mucho que ver con un sistema fiscal injusto e ineficiente, que apuesta por los recortes sociales y la degradación de las políticas públicas, en lugar de incrementar la recaudación y la equidad fiscal.
Algún iluso y más de un posliberal se rasgan las vestiduras cuando se habla de aumentar la recaudación fiscal. Son así de simples. Creen a pies juntillas que nuestros gobiernos bajan los impuestos y que de ese modo saldremos de la crisis. Ni lo uno ni lo otro. Ni se está reduciendo la presión fiscal a la mayoría de la población ni existe evidencia empírica de que las bajadas parciales y selectivas de impuestos a las grandes empresas y las grandes fortunas sirvan para mejorar el bienestar social. Al menos en España, donde las familias aportan el 90% de la recaudación fiscal y las grandes empresas menos del 2%. Y donde la recaudación se ceba con las rentas del trabajo.
Por ello, suscribo las recomendaciones de Oxfam-Intermón, resumidas en tres puntos:
1) Es necesario aumentar la capacidad recaudatoria para blindar las políticas sociales;
2) Hay que garantizar la progresividad y la equidad de las reformas fiscales;
3) Es obligado imponer un nivel de tolerancia cero para la evasión y la elusión fiscal.
En España eso significa, entre otras medidas:
a) aumentar la presión fiscal efectiva sobre las personas más ricas y las grandes empresas (en lugar de permitir más privilegios fiscales);
b) fortalecer la imposición directa como eje fundamental de la recaudación (en lugar de seguir insistiendo en la imposición indirecta), y reformar en profundidad los impuestos de sociedades y de patrimonio (manteniendo solo las deducciones y exenciones que dinamicen la actividad y ayuden a crear empleo digno);
c) incrementar la lucha contra el fraude y mejorar aquellos mecanismos de cooperación internacional que ayuden realmente a combatir la evasión fiscal y faciliten una regulación internacional más equitativa y eficiente.
Mientras no se pongan en funcionamiento medidas de ese tipo será difícil hablar de una salida de la crisis capaz de mejorar el nivel de vida de la mayoría de la población. Ni la falsa y segmentada reforma fiscal que pregona el Gobierno de España ni la débil y confusa situación internacional nos ayudarán a salir de la crisis y crear empleo digno. El paro se ha instalado en nuestra sociedad: es un cáncer que nubla la visión de más de la mitad de los jóvenes y ha dejado ciegos o parcialmente invidentes a la mayoría de los parados estructurales que perdieron su empleo desde el inicio de la crisis.
Parados estructurales, parados de larga duración, parados de todos los colores y niveles de indignación. Algunos jóvenes se organizan para encauzar su malestar y valorar sus expectativas: Precarity and Youth celebrará un encuentro internacional en Madrid, el 24 y 25 de octubre. Ojalá ayuden a mejorar esta situación, además de trasmitirnos su ilusión.
Los menos jóvenes lo necesitamos, no perdemos la esperanza. Y los no tan jóvenes seguramente sumarán su indignación a los movimientos que intentan poner fin a la estafa masiva que padecemos. A estas políticas viciadas y antisociales que nos hunden en la miseria y pretenden convencernos de una idea tan peligrosa como falsa: la idea de que es mejor no hacer nada o emigrar, porque este no es país para pobres.
Post: Aunque las cosas pueden empeorar. Hay demasiados pobres en el mundo. Y demasiados genocidas, como lo demuestran las decisiones del Gobierno de Israel para acentuar la masacre sobre los palestinos de Gaza. Es un asunto que subleva. No solo a mí. Pero prevalece la impunidad.
José Antonio Nieto
Profesor titular de Economía Aplicada en la UCM, miembro de econoNuestra, autor de la novela “El agua de la muerte”
Articulo: blog de Econonuestra de Publico.es
Dibujo: El País