Tres profecías fiscales para 2019

Sin un aumento de la recaudación en los tributos directos no se erradicarán las políticas neoliberales de destrucción del bienestar social


Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) en el Ministerio de Hacienda.

Profecía indolora: 2019 será el año en el que habrá que revisar el impuesto de sociedades (IS) y recuperar el del sucesiones, a pesar de la fobia tributaria del PP y de Ciudadanos. Las carencias recaudatorias de sociedades en relación con el aumento de los beneficios, el reparto de dividendos y las retribuciones astronómicas autoconcedidas por los directivos son ya tan evidentes como la hostilidad de los partidos de derechas a la imposición directa. La pleonexia (tomar más de lo debido) de las rentas de capital y de sociedades ya no puede pasarse por alto. La revisión del impuesto significa un examen completo de las deducciones y exenciones que se aplican sin ton ni son en el IS, a pesar de que sus beneficios son discutibles para el cuerpo social; la mayoría del cuadro de gastos fiscales que disfrutan las grandes compañías no cumple los propósitos para los que fueron diseñados.
Pongamos por caso la exención por doble imposición de dividendos, primera causa de reducción del beneficio contable de las compañías para determinar su base imponible. Las cifras de Hacienda muestran que las empresas se ahorraron en 2016 un total de 104.397 millones; de esa cantidad, 85.560 millones corresponden a la exención por dividendos entre grupos de empresas. Existen más de 70 modificaciones del resultado contable de una empresa permitidas por la ley. Bien, la cuestión es sencilla de enunciar y de aplicar: ¿por qué la ley establece una exención fiscal para evitar la doble imposición por dividendos cuando lo correcto sería aplicar una deducción para descontar la tributación abonada en el exterior y no una exención que equivale a la ausencia total de carga fiscal?

Segunda profecía: La administración tributaria dispone de medios para obtener la información necesaria sobre los impuestos pagados fuera por las empresas. No sería difícil pasar de un régimen de exención a uno más justo de deducción. Es cierto que para garantizar la equidad fiscal en el caso de la doble imposición sería deseable que existiera una coordinación fiscal en los Estados europeos que (es la segunda profecía)
comenzará en 2019. Pero hay decisiones que se pueden tomar ya sin orquestar acuerdos internacionales.

Tercera profecía
: Quede bien claro que sin un aumento de la recaudación en los tributos directos no se erradicarán las políticas neoliberales de destrucción del bienestar social aplicadas desde 2012.

Fuente: Jesús Mota 7 Ene 2019 El País

 

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