Los paraísos fiscales están en el Paseo de Gracia»

Entrevista de Peru Erroteta a Antonio Puparelli en “elTRIANGLE”

Director de sistemas informáticos, Antonio Puparelli activista social, es miembro de la Plataforma por una Fiscalidad Justa, Ambiental y Solidaria. Milita en el PSC y en Federalistes d’Esquerres (FED). También participa en la Mesa del pacto por los derechos de las personas con discapacidad.

¿Comparte la tesis de Joseph Stiglitz de que los impuestos son en sí mismos una palanca capaz de transformar la economía y la sociedad, tal como se puso de manifiesto con el New Deal?
Esa es la obligación de los impuestos: cambiar las cosas, por sí mismos. Con el New Deal llegó a haber impuestos del 90% sobre las grandes fortunas, que incluso fueron aceptados por quienes los pagaban ¿Qué paradigma ha cambiado para que eso no sea ahora así? Vemos como en Davos se citan famosos que poseen fortunas superiores a los de muchos Estados, algunos de los cuales, como Amancio Ortega en España, son mecenas, que financian hospitales, asistencia al Tercer Mundo… No está mal el mecenazgo, pero mejor estaría que aportaran más, vía impuestos.

Warren Buffett se jactaba de pagar menos impuestos que su secretaria ¿Por qué este sinsentido?
Porque existen profesiones y profesionales que se dedican a minimizar el pago de impuestos de las empresas y las grandes fortunas. Se ha profesionalizado lo que en la lucha por la justicia fiscal calificamos de “elusión fiscal”. Puede ser legal no pagar impuestos, mediante artimañas jurídicas, presión social y otras vías. Y eso es lo que ocurre, además, claro, de los que directamente evaden. La prueba de esto está a la vista: las grandes compañías pagan, comparativamente, menos que las pequeñas y, desde luego, que los particulares dependientes de una nómina.

¿Y qué se puede hacer para revertir este estado de cosas?
Porque para garantizar que los mercados financieros sigan funcionando y aportando riqueza, hay que establecer determinados límites. “Envíennos su techo de gasto”, se dice desde Europa. Y, así las cosas, las Administraciones Públicas compiten para atraer riqueza ofreciendo ventajas fiscales. El dumping fiscal se practica en todo el mundo, por supuesto. Haciendo dumping fiscal entre Comunidades Autónomas, se ha ido rebajando el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, hasta reducirlo en muchos casos a algo simbólico. En Madrid y otras comunidades, cualquier herencia, del importe que sea, no paga prácticamente nada. Esto, además de no recaudar, produce otros daños colaterales. En Cataluña, por ejemplo, hay gabinetes de asesores que se dedican a prestar servicio a quienes heredan, para que no paguen nada o muy poco por el impuesto de sucesiones. Lo declaran a valor de mercado en el momento de recibir la herencia y luego lo venden a un precio similar. Ahí no hay plusvalía significativa, con lo cual se ahorran, además, ese impuesto. Doble daño fiscal. Encima hay muchos beneficios fiscales (por reducción de cuota, inversiones, donativos…), a veces sin justificación. Y eso acaba siendo un coladero para pagar menos impuestos.

¿Las empresas familiares, con significativa representación en Cataluña, se benefician fiscalmente por su naturaleza?
Si, en Cataluña hay muchas empresas familiares, que cuentan con ventajas fiscales, cosa que parece razonable en el trámite sucesorio (siempre que exista una proporción adecuada en la composición del capital), pero generalmente, además de no pagar impuestos, a veces existe la picaresca de incluir patrimonio personal en la empresa. Pero lo más llamativo es que la legislación no contempla cual debe ser el valor máximo de una empresa familiar para ser considerada como tal a efectos del Impuesto de Sucesiones. Por lo tanto, hay grandes empresas y muchas medias en Cataluña, que mantienen una parte familiar del negocio, están eludiendo impuestos, porque la legislación lo permite.

¿El popular “España nos roba” ha sido solo un banderín de enganche del procés, o expresa también un interés específico de clase?
La diferencia per cápita entre lo que aporta y recibe fiscalmente Cataluña no llega a cuatro puntos. Cosa que, de lejos, no justifica el agravio fiscal que se proclama. Al que paga el IRPF no se le roba y el IVA está compensado a escala inter-territorial. En realidad, en el mensaje de “nos roban” prima un llamamiento de pertenencia al grupo, y el uso que se ha hecho en Cataluña de apelar al sentimiento de pertenencia usando el dinero me parece muy bajista.

También le robaba Roma a la Padania, según la Lega Nord y la Unión Europea a Gran Bretaña, como dicen Boris Johnson y Nigel Farage…
El concepto es el mismo. Empresarios que se han hecho ricos, como los que en Italia crecieron al amparo del proteccionismo que les brindaron los aliados tras la II Guerra Mundial. Empresarios procedentes de familias medias, con cierta cultura, que formaban una élite, como la catalana. En todos los casos, se trata de crear un enemigo. Algo parecido ocurre con la xenofobia. Cuando se lanza el mensaje de que los emigrantes van a quitar el trabajo a nuestros hijos, se está apelando a los sentimientos, desde el bolsillo.

Dice Thomas Piketty que todo el mundo quiere ser paraíso fiscal ¿También los mentores del procés?
En la campaña publicitaria que ANC y Omnium hicieron con motivo del pseudo-referéndum del 9 N, pidiendo que sus seguidores dijeran cuales eran sus preferencias en una Cataluña independiente salieron cosas tan candorosas o sarcásticas como que «haya helado de postre cada día», «un país donde sólo llueva los días de cole» o «un país que se levante muy temprano pero que duerma tranquilo”. Pero, en realidad, todo movimiento de independencia a lo que aspira es a tener la llave de la caja. Por principio. Nada tiene de extraño, pues, que el independentismo catalán asociara la idea de hacerse con la llave y el paraíso fiscal. “Queremos ser como una gran Andorra”, se ha oído decir, refiriéndose a la línea de llegada del procés. Pero hay que tener en cuenta que, como se dice en nuestro grupo, los paraísos fiscales no están en Luxemburgo, Suiza, Irlanda…, sino en el Paseo de Gracia, de Barcelona. En los grandes despachos que asesoran a quienes desean evadir o eludir impuestos. Aquí se crean las SICAV’s, las SOCIMI’s…, mediante las cuales se evita pagar impuestos.

También propone Piketty crear un fondo universal, a través de un impuesto ad hoc, mediante el cual los jóvenes al cumplir 25 años recibirían 120.000 euros para encarar la vida de adulto…
Como provocación intelectual es algo buenísimo, porque contribuye a abrir un debate necesario. Es curioso el sentido de la propiedad en muchas personas. Gente con inmensos patrimonios que, como se dice, están llamados a ser “los más ricos del cementerio”. Hacen lo imposible para seguir acumulando, no pagan impuestos… Dicen que es para dejárselo a sus hijos…, a veces a costa de ellos mismos, de su propio bienestar. Pero si uno es rico y no paga impuestos al legar su propiedad, contribuirá a que sus descendientes sigan siendo aún más ricos. Todos tenemos que contribuir al bien social, incluso para aquéllos que no pagan impuestos. 

¿En todo caso, las figuras fiscales no son algo rígidas, desfasadas en ocasiones de los problemas y las demandas financieras cambiantes de la sociedad? ¿Porqué, por ejemplo, no incrementar los impuestos relacionados con el medio ambiente, ante la urgencia de su deterioro?
Si. Los impuestos no solo se tienen que orientar a equilibrar cuestiones sociales. También tienen que penalizar y en la cuestión del medio ambiente se puede contribuir decisivamente, vía impuestos a muchas cosas, desde la eficiencia energética al reciclado. En los años 70, cuando empezó a hablarse de los robots, en la época del presidente francés François Miterrand, ya se planteó la posibilidad de que contribuyeran a la financiación de la Seguridad Social. De alguna manera, hay que gravar las ventajas competitivas que conlleva la robotización. Una de ellas podría ser un impuesto a la productividad, procurando minimizar los niveles de subcontratación, que ahora pueden llegar a ser más de seis.

Los muy ricos, que en todo el mundo se dotan de seguridad privada, medicina privada, educación privada…, se resisten a pagar impuestos, haciendo valer que no reciben nada a cambio…
Hay que cambiar las Constituciones para explicitar que nadie puede quedarse fuera de la sociedad, es decir todos, incluidos los muy ricos. Porque por mucho que quieran autonomizarse, siempre serán interdependientes.

¿Se está ganando, en fin, la batalla global contra la evasión fiscal o está ocurriendo todo lo contrario?
La riqueza crece y lo que se paga en forma de impuestos baja. Lo mismo ocurre con la economía sumergida, que está siendo amparada en muchos países. Y hay que tener en cuenta que en la fiscalidad tampoco hay fronteras. De poco sirve que, a escala local, se combata el fraude y se intente redistribuir la riqueza, si las multinacionales campan a sus anchas en todo el mundo.

 

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