El G20 debatirá un impuesto mínimo global a los milmillonarios para recaudar 250.000 millones de dólares

El Gobierno de Brasil ha encargado un informe sobre su diseño y lo llevará a la próxima reunión con apoyos como Estados Unidos, España, Francia o Sudáfrica.

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“Al igual que tenemos un impuesto mínimo sobre las multinacionales, necesitamos un impuesto mínimo sobre los superricos del mundo, y es técnicamente factible”. Con esa sencilla y directa frase ha introducido el economista y director del EU Tax Observatory Gabriel Zucman su último informe con un proyecto para la imposición efectiva de un impuesto global a los súper ricos que ha realizado a encargo de la presidencia de Brasil para que forme parte de los debates y de la agenda de la próxima reunión del G20 que albergará el país.

El Gobierno de Lula pretende que la fiscalidad a las grandes fortunas y la lucha contra la elusión fiscal y los sistemas de impuestos regresivos sea eje fundamental en el debate que las grandes potencias mundiales tendrá en noviembre en Río de Janeiro y en la reunión previa de los 20 ministros de finanzas en julio en el mismo lugar, de la misma forma que lo fue el impuesto mínimo de sociedades.

“Es la primera vez que se va a hablar sobre grabar a los súper ricos en el G20”, explica a El Salto Susana Ruíz, responsable de fiscalidad justa en Oxfam, que ve con buenos ojos y esperanzas que se abra dicho debate “que debe ser político y no académico” y los resultados del informe de Zucman encargado por el Gobierno de Brasil.

No es una cuestión de Brasil por su cuenta. El debate sobre coordinar las políticas fiscales de forma global para que los ricos paguen más ya ha sido apoyado públicamente por varios países que acudirán a la cita brasileña de las 20 grandes potencias. España, Francia, Sudáfrica u otros países externos a ese club, como Bélgica o Colombia, se han mostrado favorables a seguir la senda que marcó el impuesto mínimo a las multinacionales para gravar ahora a las grandes fortunas de manera coordinada y luchar contra la evasión de impuestos de los millonarios.

Incluso el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el resto de mandatarios que se dieron cita en la pasada cumbre del G7 se mostraron favorables a seguir “comprometidos con el fomento de la cooperación internacional en materia fiscal, aprovechando los logros existentes, con una amplia participación de los países en desarrollo y desarrollados”, tal y cómo quedó por escrito en la declaración al acabar la última reunión en la que dejaron claro que seguirán “trabajando constructivamente con la Presidencia brasileña del G20 para avanzar en la cooperación internacional”, más concretamente en “aumentar nuestros esfuerzos dirigidos a una fiscalidad progresiva y justa de las personas físicas”.

¿Cuánto y quién lo pagaría?

Tras mostrar con pruebas empíricos cómo los sistemas de impuestos nacionales fallan a la hora de gravar a los altos patrimonios, el informe del EUTax Observatory, dirigido por el propio Zucman, muestra el diseño de un impuesto global, emulando el 15% mínimo acordado para las multinacionales, que grave a los milmillonarios o a los cienmilmillonarios, podría ser implementado gracias a los recientes avances en materia de fiscalidad internacional y cooperación entre países.

El nuevo impuesto que se debatirá en Río de Janeiro pretende que los milmillonarios paguen mínimo un 2% de su riqueza anualmente. De la misma forma que ocurre con el 15% mínimo de las multinacionales, en el caso de que el millonario ya sea gravado con impuestos personales que llegue al 2% de su fortuna, no se le añadirán impuestos extras. Tan sólo lo pagarán aquellos que no vean su riqueza gravada en dicho porcentaje sumando los impuestos sobre la renta de las personas físicas, los impuestos sobre el patrimonio y los gravámenes económicamente equivalentes. De esa forma, los países se pueden coordinar pero se respeta la soberanía nacional de cada una. También, con este impuesto mínimo a los ricos se eliminan muchos de los alicientes para evadir impuestos y las carreras fiscales a la baja en la que se encuentran muchos países en la actualidad, restando ingresos tributarios al resto de Estados.

¿De qué forma se gravará ese margen hasta el 2%? Zucman propone que el nuevo impuesto funcione como un añadido al impuesto a la renta. Es decir, los impuestos individuales (IRPF e Impuesto de Patrimonio) de un millonario debería llegar al 2% anual. En caso de no hacerlo, el IRPF realizará un sobrecargo hasta llegar al 2% del valor de todos sus activos, una vez restadas las deudas.

La revista Forbes, que sólo incluye en su famoso listado a los milmillonarios, cifró en unas 2.800 personas con una fortuna conjunta de 14,2 billones de dólares. Según los cálculos del EUTax Observatory, en el mundo hay unas 3.000 de estas fortunas. Un tasa de tan sólo el 2% de sus riquezas podría llegar a recaudar entre entre 200.000 y 250.000 millones de dólares al año en todo el mundo, procedentes de tan sólo ese selecto club que atesoran semejante fortuna. 

Si se quiere ampliar un poco más la base del impuesto, Zucman también propone dentro de su estudio que se grave también a aquellas fortunas superiores a los 100 millones de dólares. Según el Informe sobre la Desigualdad en el Mundo 2022, en 2021 había unas 65.000 personas con una riqueza superior a dicha cifra. Gravar a ese otro rango de millonarios, elevaría la cantidad recaudada, que se elevaría entre 100.000 y 140.000 millones más. Es decir, el impuesto mínimo del 2% a las riquezas de más de 100 millones podría recaudar entre 300.000 y 390.000 millones de dólares anuales de tan sólo 68.000 ricos en todo el mundo.

Si se pretende elevar más todavía la recaudación de dichos rangos de millonarios, Zucman también muestra las previsiones de ingresos si la tasa fuera del 3%. Con dicho impuesto mínimo de forma global, se podrían recaudar entre 307.000 y 384.000 millones de dólares de los milmillonarios, a lo que podríamos añadir entre 244.000 y 305.000 millones de aquellos que tienen más de cien millones de dólares de fortuna.

El próximo mes se reunirán los ministros de finanzas en Río de Janeiro con el documento y la propuesta de Zucman encima de la mesa, avalada por el propio gobierno del país anfitrión. Seguramente encuentre resistencias y uno de los que parece sus principales apoyos, el de Joe Biden, podría caerse si pierde ante Donald Trump en las próximas elecciones estadounidenses. Pero el debate se ha abierto y “ahora estamos al comienzo de una agenda que ya lleva mucho recorrido con el debate del impuesto mínimo a las multinacionales”, dice Ruíz con esperanza, alegando que “aquello rompió muchos de los paradigmas que había en el debate fiscal internacional”, lo que abre la puerta a que esta nueva agenda de justicia fiscal coge una velocidad mucho mayor y avance en la misma dirección que la anterior.

“El objetivo de este anteproyecto es ofrecer una base para el debate político: iniciar una conversación, no ponerle fin”, ha afirmado Zucman. Pero no todo viene desde las instituciones. Las organizaciones sociales y la ciudadanía también deben presionar a los gobiernos para avanzar en medidas que luchen contra la injusticia fiscal y que haga que aquellos que más tienen sean los que más aporten. En Europa, por ejemplo, se ha promovido una recogida de firmas para una Iniciativa Europea que impulse un impuesto a las grandes fortunas al estilo del que propone Zucman y el Gobierno de Brasil. “Corresponde a los ciudadanos decidir, mediante la deliberación democrática y el voto, cómo debe llevarse a cabo la fiscalidad”, afirmó Zucman.

Yago Álvarez Barba
El Salto

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