El capitalismo ha fracasado, ¿qué viene a continuación?

El mundo se enfrenta a la elección entre «la transformación revolucionaria de la sociedad o la ruina de las clases en pugna»
John Bellamy Foster
lahaine.org


El mundo se enfrenta a la elección entre «la transformación revolucionaria de la sociedad o la ruina de las clases en pugna»
Casi al terminar las dos primeras décadas del siglo XXI, es evidente que el capitalismo ha fracasado como sistema social. Hoy el mundo está inmerso en el estancamiento económico, la financiarización, el desempleo masivo, el subempleo, la precariedad, la pobreza, el hambre, y la desigualdad más extrema de la historia. Desde el punto de vista ecológico vivimos una planeta amenazado por una “espiral de muerte.” (1)
La revolución digital, el mayor avance tecnológico de nuestro tiempo, que en sus inicios fue una promesa de comunicación libre se ha transformado en un poderoso medio de vigilancia y control de la población. Las instituciones de la democracia liberal están a punto de colapsar, mientras que el fascismo, la retaguardia del sistema capitalista, está de nuevo en marcha, junto con el patriarcado, el racismo, el imperialismo y la guerra.
Decir que el capitalismo es un sistema fallido no es, por supuesto, sugerir que su ruptura y desintegración es inminente. (2) Sin embargo, significa que en el presente siglo el capitalismo ha dejado de ser un sistema necesario para transformarse en un régimen innecesario y destructivo. Hoy, más que nunca, el mundo se enfrenta a la elección entre “la transformación revolucionaria de la sociedad o la ruina de las clases en pugna” (3).
Las indicaciones de este fracaso están en todas partes.
Los llamados mercados libres están obstruyendo la inversión productiva y la especulación financiera trae consigo burbujas que explotan inevitablemente. (4)
Una creciente desigualdad en los ingresos y la concentración de la riqueza ha degradado de las condiciones materiales de la gran mayoría. (Los salarios reales para los trabajadores en los EEUU apenas se han movido en cuarenta años, a pesar del aumento constante de la productividad). (5)
La intensidad del trabajo ha aumentado, mientras que la seguridad en las faenas son sistemáticamente eliminadas. Los datos de desempleo ya no tienen sentido debido al subempleo institucionalizado. (6) Los sindicatos son meras sombras del pasado. El capitalismo ha conseguido un control arbitrario de los lugares de trabajo. Con la desaparición de las sociedades de tipo soviético, la socialdemocracia en Europa ha fenecido en manos de la ideología del “libre mercado” (7).
La plusvalía obtenida por las corporaciones multinacionales – en las regiones más pobres del mundo – está produciendo una acumulación de riqueza financiera sin precedentes en el centro de la economía mundial y una extendida pobreza en el mundo de la periferia, (8). (Alrededor de 21 billones de dólares de fondos offshore se esconden en paraísos fiscales (principalmente en el Caribe) creando “un refugio fortificado de las grandes finanzas”). (9)
Los monopolios tecnológicos impulsados por la revolución de las comunicaciones, junto con el dominio del capital financiero y los activos especulativos (con sede en Wall Street) contribuyen de forma permanente al enriquecimiento del “uno por ciento”. Cuarenta y dos multimillonarios disfrutan de tanta riqueza como la mitad de la población mundial; los tres hombres más ricos de los EEUU, Jeff Bezos, Bill Gates y Warren Buffett, tienen más riqueza que la mitad de la población de su país. (10)
En todas las regiones del mundo, la desigualdad ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. (11) La brecha en el ingreso per cápita, entre las naciones más ricas y las más pobres, crece apresuradamente. (12) El 60 por ciento de la población empleada del mundo, unos dos mil millones de personas, trabajan en un sector informal empobrecido, formando un enorme proletariado global. El ejército de reserva del trabajo es un 70 por ciento más grande que el ejército de trabajadores formalmente empleados. (13)
La asistencia sanitaria, la vivienda, la educación, el agua y el aire limpio están fuera del alcance de grandes sectores de la población. En los países ricos de América del Norte y de Europa el transporte se ha vuelto insostenible, con niveles irracionalmente altos de dependencia del automóvil y con una pasmosa falta de inversión en el transporte público.
Las estructuras urbanas se caracterizan por la gentrificación y la segregación; en las ciudades se construye para favorecer a la población acomodada, mientras se margina a amplios sectores ciudadanos. Alrededor de medio millón de personas (la mayoría de ellos niños) no tienen hogar en los EEUU. (14) Nueva York está experimentando una gran infestación de ratas, atribuida al calentamiento global, lo que refleja otras de las tendencias que afectan a todo el mundo.(15)
En los países de altos ingresos, la esperanza de vida está en pleno declive; hay un resurgimiento de las enfermedades – de la época victoriana – que esta directamente relacionada con la pobreza y la explotación. En Gran Bretaña, la escarlatina, la tos ferina, la tuberculosis y el escorbuto han vuelto emerger después de haber desaparecido por décadas. La llamada enfermedad pulmonar negra ha vuelto con fuerza en las minas de carbón en todo el norte rico. (16)
El uso excesivo de antibióticos, utilizados por la industria pecuaria y agrícola, está provocando una peligrosa resistencia a los antibióticos. Para mediados de siglo las muertes por la aparición de las súper-bacterias podrían superar las muertes anuales por cáncer, lo que ha llevado a la Organización Mundial de la Salud a declarar una “una emergencia sanitaria mundial” .(17) Definitivamente, esta espiral destructiva de la vida es el resultado del funcionamiento de un sistema fracasado. (Frederick Engels lo llamó “asesinato social”, en su libro La Formación de la Clase Obrera en Inglaterra). (18)
A instancias de corporaciones gigantes, fundaciones filantro-capitalistas y gobiernos neoliberales, la educación pública se está reestructurando con la implementación de la Inteligencia Artificial. Este mecanismo está generando bases de datos entre la población estudiantil, para comercializarlos y venderlos al mejor postor. (19) La privatización de la educación está pensada para alimentar la sumisión al mercado. En la practica estamos viviendo la burda filosofía utilitaria dramatizada en la novela “Los tiempos difíciles” de Charles Dickens. (20)
En los EEUU muchas de los colegios más pobres y racialmente segregados son “escuelas del delito” (21). Más de dos millones de personas están tras las rejas. Los EEUU tienen la tasa de encarcelamiento más alta del mundo. La población que hay en prisión es casi igual a la población de Houston, la cuarta ciudad del país. Los afroamericanos y los latinos constituyen el 56 por ciento de los encarcelados. Tanto negros, hispanos y nativos americanos tienen casi tres veces más probabilidades de morir por un disparo de la policía. (22)
La violencia contra las mujeres y la expropiación de su trabajo no remunerado (así como la sobre-explotación del trabajo remunerado) son parte integral de la forma en que se organiza el poder patriarcal en la sociedad capitalista, y de cómo se trata de dividir, en lugar de unificar a la población trabajadora. Más de un tercio de las mujeres en todo el mundo han sufrido violencia física o sexual. Los cuerpos de las mujeres son mercantilizados como parte del sistema de mercado. (23)
La propaganda de los medios masivos se ha fusionado con un sistema de publicidad basado en los medios sociales, concentrando como nunca el dinero y el poder en manos de tres o cuatro gigantes tecnológicos. Con las modernas técnicas de mercadotecnia y vigilancia de masas las grandes empresas dominan todas las interacciones digitales, adaptando sus mensajes sin ningún tipo de control. Diariamente se generan “noticias falsas” en todos los ámbitos. (24) Han nacido numerosas empresas que se dedican a manipular tecnológicamente a los votantes (en todo el mundo) subastando sus servicios a los partidos políticos capaces de pagar este tipo de manipulación. (25)
La eliminación de la neutralidad de la red ha permitido una mayor concentración y control sobre toda Internet por parte de los monopolios proveedores de estos servicios. Las elecciones son presa del “dinero oscuro” no regulado que procede de las corporaciones y de la clase multimillonaria. EEUU, aunque se presenta como la principal democracia del mundo, “tiene sólo una apariencia democrática pero un contenido profundamente plutocrático” (Paul Baran y Paul Sweezy en El Capital Monopolista). (26)
Con la administración de Trump – siguiendo una tradición establecida hace mucho tiempo- el 72 por ciento de los miembros de su gabinete provienen de los escalones corporativos más altos, mientras que otros han sido elegidos por el ejército. (27)
La guerra, diseñada por los EEUU y otras potencias importantes, se ha hecho permanente en regiones petroleras estratégicas y amenaza con convertirse en un conflicto termonuclear global. Durante el gobierno de Obama, EEUU participó en guerras, atentados y bombardeos en siete países diferentes: Afganistán, Irak, Siria, Libia, Yemen, Somalia y Pakistán. (28) Washington ha vuelto ha utilizar la tortura y los asesinatos como instrumentos contra individuos, países y sociedades enteras, que son arbitrariamente calificadas de terroristas.
Este último tiempo se está articulando una nueva Guerra Fría y una carrera de armamentos nucleares entre los EEUU y Rusia, mientras Washington pone todos los obstáculos posibles al crecimiento de la nación china. La administración Trump ha creado una nueva Fuerza Espacial como una rama separada del ejército en un intento por asegurar su superioridad con la militarización del espacio.
Una prestigiosa revista de los Científicos Atómicos han hecho sonar las alarmas por el aumento del peligro de una guerra nuclear y por la desestabilización del clima, colocando el “reloj del fin del mundo a dos minutos para la medianoche”, el más cercano desde el año 1953. (29)
EEUU impone sanciones económicas cada vez más severas a países como Venezuela y Nicaragua, a pesar de sus elecciones democráticas, o debido a ellas. Las guerras comerciales y de divisas son promovidas activamente por los Estados centrales del sistema capitalista, mientras se levantan murallas racistas contra la inmigración en Europa y los EEUU.
Unos 60 millones de refugiados y personas desplazadas huyen de países devastados por el hambre y la guerra. Las poblaciones migrantes ha aumentado a 250 millones, y las que residen en países de altos ingresos constituyen más del 14 por ciento de sus poblaciones. Mientras los países ricos amurallan sus islas de privilegios (30) más del 10 por ciento de la población mundial, padecen desnutrición crónica. (31) Alrededor de cuarenta millones de estadounidenses (uno de cada ocho familias) – incluidos casi trece millones de niños- padecen de inseguridad alimentaria y crece la producción de alimentos tóxicos y de baja calidad. (32)
Los pequeños agricultores están siendo expulsados de sus tierras por el agro-negocio, el capital privado y los fondos soberanos, en un proceso mundial que constituye el mayor desplazamiento de personas en la historia. (33)
El hacinamiento urbano y la pobreza es tan grave que ahora uno puede referirse razonablemente a un “planeta de ciudades miseria”. (34) Junto al despojo de los pequeños propietarios el mercado mundial de la vivienda sigue una curva al alza desmesurada producto de la especulación.(Se estima que tendrán un valor $ 163 billones de dólares; el oro extraído en toda la historia está estimado en $ 7.5 billones). (35)
La época antropocena, iniciada por la gran aceleración de la economía (después de la Segunda Guerra Mundial) ha generado el cambio climático y la acidificación del océano. Se ha puesto en marcha la llamada sexta extinción con la desaparición de bosques, contaminación tóxica, química, radioactiva, pérdida de agua dulce y destrucción del nitrógeno y de ciclos del fósforo. (36)
En las últimas décadas el 60 por ciento de la población mundial de vertebrados (mamíferos, reptiles, anfibios, aves y peces) y un 45 por ciento de invertebrados han disminuido peligrosamente. (37) El climatólogo James Hansen ha explicado que la pérdida de la biodiversidad y el “exterminio de especies” es el resultado del cambio climático. Los biólogos calculan que a este ritmo casi la mitad de las especies van a estar en peligro de extinción a fines del siglo XXI. (38)
Todos los especialistas científicos advierten que si continúan las tendencias actuales la catástrofe ambiental está asegurada. (39) De continuar, el incremento de las emisiones de carbono los daños ecológicos, sociales y económicos serán irreversibles (en 2018 aumentaron en 2.7 por ciento y en un 3.4 por ciento en los EEUU). Las reducciones de las emisiones que actualmente se requieren para evitar una desestabilización fatal para el balance energético de la Tierra, son simplemente incalculables.(40)
Sin embargo, las principales corporaciones de energía siguen embaucando a la población con su interesada visión del cambio climático. Promueven y financian el negacionismo, a pesar que en sus documentos internos admiten la verdad de la situación. Estas corporaciones están trabajando para acelerar la extracción y producción de combustibles fósiles (incluidas las variedades más generadoras de gases de efecto invernadero) obteniendo enormes ganancias en el proceso.
El derretimiento del hielo ártico producto del calentamiento climático es visto por el capitalismo como un nuevo El Dorado, que les permitirá explotar enormes reservas de petróleo y gas, sin tener en cuenta las consecuencias para el clima. A los informes científicos la respuesta de Exxon Mobil ha sido: “trataremos de extraer y vender todas las reservas de combustibles fósiles posibles”. (41)
Las corporaciones de energía sigue interviniendo en las negociaciones sobre el clima, impidiendo el control de las emisiones de carbono. Con la desestabilización del clima los países capitalistas no sólo ponen en primer lugar la acumulación de riqueza para unos pocos, sino que también amenazan el futuro de todos los seres humanos.
Como el capitalismo es un modo de producción que funciona por la acumulación del capital (con la explotación de la fuerza de trabajo) y con el predominio del mercado en todas las esferas de la vida su contabilidad económica considera valor todo lo que circula por el mercado y produce ingresos. Esto significa que en sus métodos contables los costos sociales y ambientales están fuera del mercado y los beneficios, por lo tanto son tratados como “externalidades” negativas.. (42)
Hemos llegado a un punto en el siglo XXI en el que las “externalidades” de este sistema irracional (costo de la guerra, agotamiento de recursos naturales, desperdicio de vidas humanas, alteración del medio ambiente) están superando los beneficios económicos del propio capitalismo. Ahora la acumulación de la riqueza se está produciendo a expensas de una ruptura irreparable de las condiciones sociales y ambientales de la vida. (43)
Se podría pensar que por su rápido crecimiento China es una excepción. Aclaremos: el desarrollo chino tiene sus raíces en la Revolución de 1949 (llevada a cabo por el Partido Comunista encabezado por Mao Zedong) mediante la cual el país se liberó de la dominación imperialista. La revolución permitió a China un desarrollo con una economía planificada que construyó una sólida base económica industrial y agrícola.
Las reformas post-maoístas crearon un sistema híbrido, que junto con la planificación estatal estableció relaciones de mercado, que conllevan contradicciones sociales y ecológicas. Por el momento estas reformas han resultado particularmente beneficiosas para el gigante asiático, tanto es así, que los EEUU a través de guerras comerciales – y otras presiones – está tratando de impedir el crecimiento de China.
La historia demuestra que el cambio y el desarrollo de China no es el resultado de un capitalismo tardío. De hecho el actual modelo chino contiene muchas de las tendencias destructivas propias del capitalismo. Por tanto, en última instancia, el futuro de China también dependerá de un retorno a un proceso de transformación revolucionaria.(44)
¿Cómo se ha desarrollado el actual contexto desastroso que caracteriza al capitalismo mundial en este siglo?
Para comprender el fracaso del capitalismo es necesario realizar un examen histórico del auge del neoliberalismo. También se requiere estudiar cómo este modelo capitalista ha servido para aumentar la capacidad destructiva del sistema. Solo así podremos abordar el futuro de la humanidad en el siglo XXI.
El neoliberalismo y el fracaso capitalista
Muchos de los síntomas del fracaso del capitalismo descritos anteriormente son bien conocidos. Sin embargo, a menudo no se atribuye el desastre al capitalismo como sistema, sino simplemente a algo que llamamos neoliberalismo. Hay intelectuales que creen que este modelo particular de desarrollo capitalista puede ser reemplazado por otra forma de dominio del capital.
Para muchos en la ‘izquierda” la respuesta al neoliberalismo es un retorno al estado de bienestar, a la regulación del mercado o, a alguna otra forma de democracia social limitada, y por lo tanto a un capitalismo más racional. No es el fracaso del capitalismo lo que se percibe como el problema, sino el fracaso del capitalismo neoliberal.
Al contrario de este pensamiento la tradición marxiana entiende el neoliberalismo como una etapa del capitalismo en su etapa tardía. Se trata de un periodo en que el sistema para sobrevivir estar totalmente subordinado al capital monopolista-financiero.
Por tanto, para efectuar análisis crítico-histórico del neoliberalismo no solo es necesario entender cómo funciona el capitalismo actual, sino que también hay que comprender la razón porque es imposible una alternativa al neoliberalismo que mantenga incólume el sistema capitalista.
El término neoliberalismo tuvo su origen a principios de la década de 1920. Fue Ludwig von Mises en su libro “La Nación, el Estado y la Economía” (1919) quien colocó las bases fundacionales de la ideología neoliberal-capitalista. (45) En su trabajo, Mises (entonces empleado por la Cámara de Comercio de Viena) planteó que: “el viejo liberalismo tiene que regresar para derrotar al socialismo”. Calificó al socialismo como “destructivo”, defendió la desigualdad, sostuvo que los monopolios eran parte de la libre competencia y que los consumidores ejercían la “democracia” cuando compraban, porque esta actividad era equivalentes a votar en las elecciones.
Ludwig Von Mises condenó enérgicamente la legislación laboral, el seguro social obligatorio, los sindicatos, el seguro de desempleo, las nacionalizaciones, los impuestos y la inflación. (46 )Tan extremos fueron sus puntos de vista que comentando el libro de Dickens “Hard Times” descalificó a Sissy Jupe (la joven heroína de la novela) porque había, ”enseñado a millones de personas a odiar el liberalismo y al capitalismo”. (47)
En 1921, el austro-marxista Max Adler acuñó el término neoliberalismo para designar los intentos de Mises de restaurar un orden liberal en plena decadencia a través de una nueva ideología “fetichismo del mercado”. Por su parte la austro-marxista Helene Bauer y el marxista alemán Alfred Meusel elaboraron documentadas críticas a Mises, para la revista teórica alemana Die Gesellschaft, editada por Rudolf Hilferding. (48)
Sobre la base de un análisis marxista, Adler, Bauer y Meusel demostraron que es falsa la afirmación de Mises: “que un capitalismo no regulado es el único sistema económico racional” y combatieron con argumentos consistentes la idea de “un capitalismo armonioso” basado en el libre mercado.
En el análisis de Mises los sindicatos eran un obstáculo al mercado, mientras las patronales y las empresas monopólicas eran totalmente compatibles con la libre competencia. Del mismo modo, Mises abogaba por un estado fuerte con el objeto de coartar la lucha de la clase trabajadora, en nombre de un mercado autorregulado porque, “cualquier acción contra el libre mercado son una forma de terrorismo”.
Para Meusel, Mises era “un ferviente servidor del capital financiero internacional” y para el economista Othmar Spann (1926) “sus ideas eran un intento atávico, de volver a una versión extrema del liberalismo clásico”.(49)
En 1927, en su obra “Liberalismo”, el propio Mises distinguió entre “antiguo liberalismo y neoliberalismo”. Según su opinión, el primer liberalismo aceptaba equivocadamente el concepto de igualdad. En contraste, el neoliberalismo rechaza la igualdad y la reemplazaba por lo que llamó “igualdad de oportunidades”. (50)
El neoliberalismo, tal como surgió de la pluma de Mises, estaba muy alejado de los nociones del liberalismo clásico. Los críticos marxistas –e incluso algunas figuras de la derecha- lo vieron como un intento de ofrecer algún tipo de racionalidad al capital financiero y a la era de los monopolios. Desde su origen, el neoliberalismo fue un proyecto para proveer una base intelectual a la guerra de clases de los capitalistas; una guerra no solo contra el socialismo, sino contra todo intento de regulación social y de democracia: un ataque sin cuartel a la clase trabajadora.
Junto con su protegido Friedrich Hayek, el ataque de Mises al socialismo fue una reacción contra la Viena Roja donde destacaban las figuras de Adler, Otto Bauer y Karl Renner. (51) En esa misma época el economista Karl Polanyi desarrolló una aplastante crítica a los dogmas neoliberales que formarían la base teórica de su libro “La Gran Transformación”. (52)
En los años 1930 a 1960 (después de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial) la ideología neoliberal perdió influencia en medio de una profunda crisis del capitalismo. A principios de la década de 1930, cuando las nubes de la tormenta se acumularon en Europa, Mises se desempeñó como asesor económico del dictador austriaco Engelbert Dollfuss. (53) Más tarde con el apoyo de la Fundación Rockefeller Mises emigró a Suiza y luego a los EEUU, donde enseñó en la Universidad de Nueva York. Mientras tanto, Hayek fue reclutado por la London School of Economics, a instancias del economista neoliberal británico Lionel Robbins.
Sin embargo, en el mundo occidental las tesis del economista británico Keynes se impusieron en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Las economías capitalistas crecieron rápidamente durante un cuarto de siglo animadas por el aumento del gasto estatal, (en medio de la Guerra Fría) la reconstrucción de las economías europeas y japonesas, la expansión del comercio, la era del automóvil y dos grandes guerras (Corea y Vietnam)en Asia. (54)
Mientras tanto, ante la amenaza de un modelo alternativo representado por la Unión Soviética y la creación de sindicatos fuertes, los gobiernos de los países occidentales aplicaron políticas keynesianas con el llamado “estado de bienestar”. Sin embargo, se mantuvo la tendencia al estancamiento económico – como un defecto estructural del sistema – que temporalmente se disimuló por la llamada Edad de Oro.
Durante esta etapa las gigantescas corporaciones del capitalismo monopolista lograron apropiarse de un superávit cada vez mayor, tanto en términos absolutos como relativos. Este proceso que provocó una sobreacumulación productiva (y de capital ) fue en parte compensada por una expansión de las ventas, el militarismo y el imperialismo.
Finalmente, la excesiva propagación de billetes de dólares por el mundo, provocaron la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods que habían estabilizado el comercio mundial, de tal manera que Richard Nixon se vio obligado a poner fin al patrón dólar-oro en los 70. Esta medida estaba relacionada con la desaceleración de la economía estadounidense a partir de finales de la década de 1960.
El fin de la guerra de Vietnam marcó el comienzo de décadas de estancamiento económico. Lento pero seguro, se inició un largo declive de la economía con una tendencia a la baja de la tasa de crecimiento en las economías capitalistas avanzadas. Los principales estímulos que provocaron el auge posterior a la Segunda Guerra Mundial se habían desvanecido, dejando a las economías capitalistas en crisis. (55)
La primera respuesta a la crisis del sistema –que surgió en la década de 1970- fue utilizar las tesis keynesianas para expandir el gasto estatal. El gasto civil y gubernamental de los EEUU en bienes y servicios alcanzó un pico durante la administración de Nixon. (56) Como consecuencia de esta política económica las empresas elevaron los precios agresivamente y los sindicatos lucharon por mantener los salarios reales de los trabajadores. El efecto fue un período de estancamiento económico más inflación.
Como la inflación disminuye la riqueza acumulada –en forma de activos monetarios- es una amenaza directa para la clase capitalista. Entonces, surgió un movimiento anti-keynesiano que descalificó cualquier posición a la izquierda del más extremo neoliberalismo. Esta resucitada ideología se propuso revertir décadas de las modestas conquistas de los trabajadores. (57)
Hubo un giro brusco hacia la austeridad y la reestructuración económica. En sus inicios bajo el disfraz de monetarismo y el aumento de la oferta, pero bajo cuerda se llevó a cabo un programa para destruir los sindicatos por medios políticos, económicos y jurídicos. Se eliminó lo que John Kenneth Galbraith llamó ”el poder compensador” del trabajo. (58)
La clave para el resurgimiento del neoliberalismo fue la Sociedad Mont Pèlerin, llamada así por el balneario suizo donde Mises, Hayek, Robbins, Milton Friedman, George Stigler, Raymond Aron se reunieron en 1947 para promover la economía neoliberal y sus ideas políticas. Los miembros de la Sociedad Mont Pèlerin generalmente se referían a sí mismos como liberales, en el sentido europeo, como una manera de contrarrestar las devastadoras críticas marxistas a la ideología neoliberal . Evitaron de manera sistemática la etiqueta de neoliberal – que el propio Mises había adoptado en 1927 – en el Coloquio “Walter Lippmann” de 1938 en París, al que asistieron Mises y Hayek. (59)
En cambio, el neoliberalismo no fue presentado como una ideología política sino como una extensión del liberalismo clásico y como parte inseparable a la naturaleza humana. Como argumentó Michel Foucault, el neoliberalismo, de esta manera se convirtió en la primera forma de la llamada biopolítica . (60) Aunque en apariencia sus teóricos abandonaban la etiqueta neoliberal, la Sociedad Mont Pèlerin, a través del Departamento de Ecoe la Universidad de Chicago, se erigió en el bastión de esta ideología.
En la era keynesiana, de los años cincuenta y sesenta, figuras como Mises, Hayek, Friedman y James Buchanan se mantuvieron al margen de las grandes decisiones, aunque fueron fuertemente financiadas por fundaciones privadas. (61) Pero, con el regreso del estancamiento económico, los intelectuales neoliberales fueron reclutados por la cúspide del capital monopolista para proporcionar la base ideológica de una campaña para reestructurar la economía capitalista. Su principal objetivo era batir a los trabajadores, al estado, al gobierno y a las economías del sur global.
Desde el principio, los economistas neoliberales fueron presentados como paladines del libre mercado y del espíritu empresarial aunque su tarea fue la defensa del capital monopólico y de las dinastías de la clase burguesa. (62) La virulencia del programa anti-socialista tenía como propósito la completa privatización del mercado y de la vida social.
En el Londres de Margaret Thatcher y en el Washington de Ronald Reagan, las figuras de Hayek y Friedman se convirtieron en los símbolos de la era neoliberal. El Premio Nobel en Economía, o el Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas (establecido por el Banco de Suecia en 1969) fue controlado desde sus inicios por economistas neoliberales ultraconservadores. Siete miembros de la Sociedad Mont Pèlerin, incluidos Hayek, Friedman, Stigler y Buchanan, recibieron el Nobel entre 1974 y 1992, mientras que economistas ligeramente socialdemócratas fueron totalmente excluidos. (63)
A pesar de su persistente fracaso en la promoción del crecimiento, el neoliberalismo se ha impuesto. Su propósito siempre fue ofrecer cierta racionalidad a una economía dominada por las grandes empresas y el poder de los monopolios. (64) En efecto, el neoliberalismo, no fue más que una estrategia político-económica eficaz para la clase multimillonaria, en una época en que el capital financiero buscaba tomar el control de todos los flujos monetarios de la sociedad (65).
Si bien las economías capitalistas continuaron estancadas y las tasas de crecimiento disminuyeron década tras década, el capital excedente en manos de las grandes corporaciones no sólo aumentó sino que organizó nuevas formas para acumular riqueza.(66) El cambio de una economía productiva a una economía de la financiarización abrió vías para la especulación y la formación de riqueza, alejando de manera relativa la inversión en la producción (es decir, la acumulación de capital real).
La globalización implicó no sólo nuevos mercados, sino, lo que es más importante, la apropiación de enormes excedentes económicos por la sobreexplotación del trabajo con los bajos salarios de la periferia. Esta sobreexplotación terminó en los arcas de las corporaciones multinacionales y de los multimillonarios del mundo. (67)
Las beneficios que los trabajadores habían obtenido -en los países centrales del capitalismo– empezaron a dejar de existir, mientras las empresas multinacionales aumentaron sus ganancias con un trabajo asalariado desvalorado y con un sistema de subcontratas. Paralelamente la tecnología digital creó las bases materiales para un nuevo capitalismo global de vigilancia y control económico constituyendo un sistema de compra y venta que utiliza los datos privados de centenas de millones de seres humanos. (68)
El crecimiento de la desigualdad y de la riqueza han sido justificados como necesarios para la innovación. Con este pretexto se han beneficiado a unos pocos con los avances cque son producto del conocimiento colectivo acumulado por muchos años. En esta nueva era de la expropiación, todo está en el mercado: educación, sistemas de salud, transporte, vivienda, tierras, ciudades, prisiones, seguros, pensiones, alimentos, entretenimiento.
Los intercambios han sido completamente mercantilizados, corporativizados y financiarizados. La comunicación humana se ha convertido en una mercancía más. Todo en nombre de la “sociedad de libre mercado”. Para las monopolios globales esta estrategia ha sido enormemente exitosa. Ahora el capitalismo (a pesar de Adam Smith) no estaba referido a “la riqueza de las naciones” sino que a la riqueza de la clase capitalista.
En cierta medida el proceso de financiarización logró contrarrestar las tendencias al estancamiento económico, pero lo hizo a costa de crisis financieras periódicas. Mientras la acumulación de riqueza se aceleran con ligas crisis se sigue produciendo una mayor concentración de la riqueza. Hoy los neoliberales sostienen, sin ambages, que es normal y natural una lógica que comporta despojo y acumulación de la riqueza como producto de la financiarización.
El estado también ha quedado atrapado por la política de financiarización. (69) En la gran crisis financiera de 2007-09, casi todos los bancos fueron rescatados y los ciudadanos pagaron el coste de la estafa. La Gran Crisis Financiera no constituyó una crisis para el neoliberalismo, al contrario, le dio un nuevo impulso. De hecho la política neoliberal se ha convertido en un sistema de expropiación que lo abarca todo.(70)
Una característica de esta nueva era del consumo es que ha aumentado el conflicto entre el valor de cambio y el valor de uso en el proceso económico. (71) El resultado es que: vivimos una emergencia planetaria social y ecológica (72) con un rápida destrucción del ambiente natural y las condiciones de vida.
Los combustibles fósiles se han incorporado como activos financieros, incluso cuando sólo existen en forma de reservas enterradas en el subsuelo. De esta manera, el combustible y la energía forman parte integral de todo el proceso de acumulación financiarizada del capitalismo monopólico. Los trillones de dólares de activos de Wall Street están amarrados al “capital” fósil.(73)
Hoy es doblemente difícil pasar del uso de combustibles fósiles a alternativas más sostenibles, como la energía solar y eólica. Como nadie es dueño de los rayos del sol ni del viento hay pocos interés en estas formas de energía. En el capitalismo las ganancias actuales y futuras dictan su manera de funcionar. En otras palabras, al sistema no le importa que sus beneficios se hagan a expensas de las personas y del planeta. Vivimos con una población que indefensa que observa perpleja la destrucción del clima y la desaparición de innumerables especies. Se trata de desastre anunciado e impuesto por la fuerza –aparentemente abrumadora– de la sociedad de mercado.
El neoliberalismo siempre se ha opuesto al “laissez faire” decimononico, ya que su ideología implica un Estado fuerte e intervencionista al servicio directo del capital y del mercado: lo que James K. Galbraith denominó “un Estado depredador”. (74)
En la visión neoliberal, el absolutismo capitalista no es un proceso espontáneo sino una forma de administrar un modelo que debe ser creado. El papel del estado no es simplemente proteger la propiedad (como sostuvo Smith) sino que como Foucault explicó es un sistema se hace necesario ampliar la dominación del mercado sobre todos los aspectos de la vida. (75) Por esto, el neoliberalismo ha reformado el estado y la sociedad, según los patrones del propio mercado.
Según la reflexión de Foucault, “el neoliberalismo para sostenerse debe modelar el poder político sobre los principios de la economía de mercado”. El estado no debe “corregir los efectos destructivos del mercado… más bien debe aprovechar estos efectos destructivos para imponer nuevas medidas que intensifiquen su penetración”. (76)
Para el economista neoliberal Jack Buchanan el objetivo no es limitar la acción del estado, sino ligarlo a los fines monopolistas-competitivos del capital. (77) Por tanto, el estado neoliberal ha sido transformado específicamente para coartar cualquier cambio que afecte negativamente al valor del dinero.
Ahora la política fiscal y la monetaria están fuera del alcance de cualquier gobierno que se atreva hacer algún cambio que afecten los grandes intereses creados. Los Bancos Centrales se han transformado en entidades controladas por los Bancos Privados. Los Ministerios de Hacienda están atrapados por los límites de la deuda y las agencias reguladoras están en manos de los monopolios financieros y actúan, en interés directo de las corporaciones. (78)
En sus trabajos Karl Polanyi demostró que el intento de construir una “sociedad de mercado autorregulada”, requiere de intervenciones constantes del estado a favor del capital, y estas intervenciones terminan socavando los cimientos de la sociedad y de la vida. (79) Para el capitalismo actual, este proceso no tiene vuelta atrás porque es la base de la actual organización de su poder económico. Por tanto sólo una política abiertamente anticapitalista puede cambiar el sistema.
El estancamiento, la financiarización, la privatización, la globalización, la mercantilización del estado, la reducción de las personas a “capital humano” y de la naturaleza a “capital natural”, han hecho de las políticas neoliberales una característica obligatoria en la era del capitalismo monopólico-financiero.
En su fase globalizada el capitalismo monopolista ha desencadenado una crisis estructural y universal del propio sistema. Ante esta crisis la respuesta neoliberal es dar otro giro de tuerca, abriendo nuevas áreas de rentabilidad para unos pocos y perpetuando los problemas que nos causa a todos.
El resultado de esta lógica irracional no es simplemente un desastre económico y ecológico, sino la desaparición del Estado “liberal-democrático”. El neoliberalismo inevitablemente está en camino a un autoritarismo de mercado y a un neofascismo. En este sentido, Donald Trump no es una mera aberración. (80) En 1927, Mises lo expresó con claridad: “no se puede negar que el fascismo (y movimientos similares de la derecha) se propone al establecimiento de dictaduras, pero su intervención, por el momento, ha salvado a la civilización europea. La estimación que el fascismo se ha ganado vivirá eternamente en la historia de nuestros pueblos”. (81)
En 1973 los neoliberales Hayek, Friedman y Buchanan, apoyaron activamente el golpe de Estado de Pinochet que derrocó al presidente socialista Salvador Allende , para imponer la doctrina neoliberal a la nación chilena. En un viaje que realizó a Chile, en 1978, Hayek advirtió personalmente a Pinochet que impidera la resurrección de una “democracia ilimitada”. Durante una segunda visita, afirmó que “una dictadura puede ser más liberal que una República Democrática ” (82).
El mismo Hayek había escrito en 1949: “debemos enfrentar el hecho que la preservación de la libertad individual es incompatible con la justicia distributiva”. (83) En resumen, el neoliberalismo no es un mero paradigma del cual el capitalismo pueda prescindir, al contrario representa las tendencias absolutistas en la “era de las finanzas monopólicas”.
Como señaló Foucault, “el capitalismo sólo puede sobrevivir por un tiempo mediante una aplicación de su lógica económica a toda la sociedad”. (84 ) Sin embargo, como en el Mito del Rey Midas, el capitalismo terminará destruyendo todo que toca.
Pero, si el capitalismo ha fracasado, la pregunta pertinente es: ¿Qué viene después?
Lo que sigue a continuación
Al observar el naciente siglo XXI en el libro “La edad de los extremos”, el historiador marxista Eric Hobsbawm, expuso su preocupación por las amenazas que conmoveran este nuevo siglo.
Para Hobsbawm el siglo XXI nos trae peligros mayores que la terrible “edad de los extremos” cuando la humanidad se vio estremecida por conflictos imperiales, depresiones económicas, dos guerras mundiales y la posibilidad de su propia auto-aniquilación.
En 1949 Hobsbawm describió cómo veía el futuro:
“Vivimos en un mundo transformado por un desarrollo económico y tecno-científico que ha dominado los últimos dos o tres siglos. Sabemos – o al menos es razonable suponer – que esto no puede continuar hasta el infinito. El futuro no puede ser una continuación del pasado, y hay indicios, tanto externos como internos, de que hemos llegado al punto de una gran crisis histórica.
Las fuerzas generadas por la economía y la tecnociencia son ahora lo suficientemente poderosas como para destruir el medio ambiente, es decir, los fundamentos materiales de la vida humana. Las estructuras de las sociedades y las bases sociales de la propia economía capitalista están a punto de ser destruidas por una degradación que seguimos reproduciendo.
Nuestro mundo arriesga una explosión o una implosión. Esto debe cambiar. No sabemos a dónde vamos. Solo sabemos que la historia nos ha llevado a este punto. Sin embargo, una cosa es clara, si la humanidad tiene un futuro posible, ese futuro no puede ser la prolongación del pasado o del presente. Si intentamos construir un tercer milenio sobre esta base, con seguridad fracasaremos. Y el precio del fracaso será una sociedad donde predomine la oscuridad”. (85)
Hobsbawm dejó pocas dudas acerca de cuál era el principal peligro: el sistema tendrá consecuencias irreversibles y catastróficas para el medio ambiente natural, incluida la raza humana que forma parte de él. (86) La fe teológica que afirma que los recursos son asignados por un mercado sin restricciones crea las condiciones para que se desarrolle el “capitalismo del desastre”.
En su momento la posición de Hobsbawm fue criticada, por gente de izquierda, por ser demasiado “pesimista” (87). Un cuarto de siglo después, está claro que las preocupaciones que expresó entonces eran las correctas. Sin embargo después de décadas de neoliberalismo, estancamiento económico, financiarización, creciente desigualdad y deterioro ambiental una visión que aborde, de manera integral, el fracaso del capitalismo es todavía una “rara avis” en gran parte de la izquierda de los países ricos.
La respuesta más habitual es reivindicar el mito que una sociedad de mercado autorregulada puede salvaguardar la sociedad y el medio ambiente. (88) Esta concepción –que alimenta la esperanza de que el péndulo retroceda– ha sumado a cierta “izquierda” a distintas versiones de un social-liberalismo. Esta nueva versión del neoliberalismo esconde, sin disimulo, los fracasos del capitalismo y propone el retorno a una nueva era keynesiana, como si la historia pudiera desandar lo caminado.
Los políticos que promueven esperanzas de este tipo niegan a los menos cuatro realidades históricas.
Primero, la socialdemocracia floreció sólo mientras existía la amenaza de una sociedad socialista representada por la Unión Soviética y en Occidente partidos y una fuerza sindical importante que defendían a los trabajadores. Pero, como hemos comprobado, después de la caida del sistema sovietico, las políticas socialdemócratas se desvanecieron rápidamente.
Segundo, el neoliberalismo es la forma que adquiere el capitalismo en su actual fase monopolista-financiera. Ya no existe la realidad económica del capital industrial en la que se sostenía el keynesianismo.
Tercero, en la práctica real, la Socialdemocracia Europea y de EEUU depende de un sistema imperialista que se enfrenta a los intereses de la gran mayoría de la humanidad.
Cuarto, el estado “liberal-democrático” y el dominio de la clase capitalista industrial dispuesta a un acuerdo social con el trabajo es una reliquia del pasado. Incluso, cuando partidos socialdemócratas llegan al gobierno prometiendo establecer un “capitalismo de rostro amable”, invariablemente se rinden a las leyes del funcionamiento del capital correspondiente a la presente fase histórica.
Como ha puntualizado Michael Yates: “hoy en día, es imposible creer que habrá una recuperación de los derechos sociales, que el modesto proyecto político y económico de los sindicatos y los partidos políticos socialdemócratas aceptaron y ayudaron a construir en el siglo pasado”. (89)
La llamada izquierda social-liberal, ha aceptado acríticamente la modernización tecnológica sin tener en cuenta las relaciones sociales. Prisionera del determinismo tecnológico, esperan que la digitalización, la ingeniería social y una administración liberal gestionen el sistema.
Según los intelectuales social-liberales: “el capitalista neoliberal nos lleva a un desastre, pero este capitalismo (el neoliberal) puede ser reformado y debe hacerse desde arriba por imperativos tecnológicos”. En esta concepción el sistema capitalista mutará y solo quedarán “los marcos vacíos de las corporaciones, desprovistas de los intereses de la clase propietaria”.
Para el futurólogo Jørgen Randers (uno de los autores del libro Los Limites del Crecimiento): “la sociedad mundial dentro de cuarenta años vivirá un capitalismo reformado en que el bienestar colectivo estará por encima del individualismo”. Este capitalismo reformado estaría supeditado a: “un gobierno de sabios dirigido por tecnócratas, con menos democracia y también con menos mercado libre”.
En lugar de enfrentar directamente el fracaso del capitalismo, su estancamiento económico y la pobreza del “resto del mundo” Randers considera que estas cuestiones son secundarias. Predice que en el futuro: “la vida será más eficiente y sostenible que en la actual la versión del capitalismo”.(90)
Sin embargo, en los apenas siete años (desde que se escribió el libro en 2012) ya está claro que las predicciones de Jørgen Randers y compañía, están totalmente equivocadas. La situación que hoy enfrenta el mundo es cualitativamente más grave que cuando todavía las soluciones tecnocráticas parecían factibles para algunos y que el estado “democrático liberal” parecía estable.
Un cambio climático acelerado, un continuo estancamiento económico y una creciente inestabilidad geopolítica, son razones suficientes para entender que los desafíos a los que ahora nos enfrentamos son mucho más adversos que los vaticinios de “modernizadores progresistas” como Randers. Nunca la historia ha sido benévola con aquellos que se prodigan con predicciones. En particular si se conforman simplemente con proyectar determinadas tendencias tecnológicas y dejan fuera de cuadro a la mayoría de la humanidad y su vida cotidiana.
Por esta razón una visión dialéctica es tan importante. El curso real de la historia nunca se puede predecir. Lo único cierto sobre el cambio histórico es la existencia de luchas que impulsan cambios revolucionarios de carácter discontinuos.
Tanto las implosiones como las explosiones se materializan inevitablemente. Este proceso hace que el mundo para las nuevas generaciones sea diferente al de las anteriores. La historia nos enseña que todos los sistemas alcanzan un límite definitivo cuando son incapaces de regular las relaciones sociales y no pueden hacer un uso racional y sostenible de las fuerzas productivas.
El pasado humano está salpicado de períodos de regresión, seguidos por aceleraciones revolucionarias que barren todo lo que tienen ante ellos. El historiador conservador Jacob Burckhardt describió de esta manera los cambios revolucionarios: “un cambio histórico ocurre cuando se produce una crisis en todo el estado de las cosas, involucra a épocas completas y a muchos pueblos de la misma civilización… Entonces, el proceso histórico se acelera repentinamente de manera aterradora. Los cambios que, de otra manera, tardarían siglos se producen en meses o semanas”. (91)
Cuando Burckhardt escribió este texto tenía en mente la Revolución Francesa de 1789. Esta revolución fue una aceleración de la historia. En realidad, la Revolución Francesa inició una serie de revoluciones que mutaron a una velocidad aterradora. Transitó de una revolución aristocrática a una revolución burguesa y posteriormente a una revolución popular y campesina, que finalmente adoptó el carácter de un “bloque histórico”, invencible, que transformó gran parte de la historia de occidente. (92)
¿Podría una aceleración revolucionaria de este tipo acontecer en el siglo XXI?
La mayoría de los analistas convencionales de los países hegemónicos del sistema imperialista mundial dirán que no. Se basan en una visión interesada porque las revoluciones continúan detonando en la periferia del sistema y sólo son sofocadas por la intervención económica, política y militar de las potencias imperialistas.
El fracaso del capitalismo a escala planetaria hoy en día amenaza a la civilización y a la vida del planeta tal como la conocemos. Si no se realizan cambios drásticos la temperatura global de este siglo aumentará entre 4 grados a 6 grados Celsius, lo que pondrán en peligro a la humanidad en su conjunto. Mientras tanto, el capitalismo extremo busca expropiar y utilizar todos los recursos de la existencia material, arruinando al medio ambiente en beneficio de unos pocos.
Con el aumento de las catástrofes naturales y con el vertiginoso proceso de concentración del capital, en este siglo la humanidad se enfrenta a un tipo de las relaciones sociales capitalistas que son más funestas que cualquier calamidad que hayamos conocido. (93)
Cientos de millones de personas ya se han involucrado en el combate contra este sistema, creando las bases de un nuevo movimiento mundial hacia el socialismo.
En su libro ¿Puede la clase obrera cambiar el mundo? Yates responde que sí se puede. Agrega : “sólo se podrá hacerlo si se unifican las luchas de los trabajadores y de los pueblos. Las batallas deberán tener como objetivo un auténtico socialismo. (94)
Los intelectuales postmodernos sostienen que “el sistema socialista ya se intentó y fracasó”; por tanto, ya no existe como alternativa. Sin embargo, la historia demuestra algo muy distinto. El siguiente periodo histórico desmiente claramente a los profetas post modernos.
“Los primeros intentos del capitalismo, en las ciudades-estado italianas (de la Baja Edad Media) no fueron lo suficientemente consistentes para sobrevivir en medio de las sociedades feudales que las rodeaban, sin embargo el capitalismo como sistema terminó imponiéndose”.
Si algo nos enseña la historia es que el fracaso de los primeros experimentos de socialismo no presagia nada más que su eventual renacimiento con nuevas formas; más revolucionario, más universal, un socialismo que reconoce y aprende de sus anteriores fracasos. (95)
Podemos decir sin equivocarnos que a pesar de su fracaso (relativo) el socialismo es superior al capitalismo. La tradición de lucha por la libertad, la igualdad sustantiva y el desarrollo humano sostenible son consustanciales al socialismo y en la actualidad son una propuesta política que expresa cabalmente una necesidad histórica para la humanidad y el planeta. (96)
El economista conservador Joseph Schumpeter (que fue ministro de finanzas de Austria en los años 20) escribió que el capitalismo no moriría por “un fracaso económico, sino más bien porque el capital al centrarse solo en fines económicos, termina socavando los fundamentos de su propia existencia”. Según Schumpeter el capitalismo “crea inevitablemente las condiciones que le impedirán sobrevivir y estas condiciones apuntan claramente al socialismo como su heredero.” (97) En cierto modo, sus opiniones eran correctas, aunque esto no ha ocurrido como muchos lo esperaban.
El desarrollo global del capitalismo monopolista y la financiarización encabezado por el neoliberalismo –que surgió en esa Viena Roja- ahora está socavando las bases materiales, no solo del propio capitalismo sino de la ecología planetaria. A pesar de esto, el orden social neoliberal se impone en un confuso contexto político; hay menos oposición al capitalismo pero hay más oposición al neoliberalismo como si ambas cosas fueran distintas. (98)
El capitalismo neoliberal (el capitalismo realmente existente) es un sistema que destruye de manera permanente las bases de la existencia. Los trabajadores y los pueblos del mundo no tienen más alternativa que buscar nuevos caminos para el futuro.
Un movimiento inclusivo -basado en la clase trabajadora- que se proponga el socialismo para este siglo abrirá una etapa de progresos cualitativos que la humanidad necesita con urgencia. La anarquía de la sociedad del mercado con su avaricia institucionalizada no tiene nada que ofrecer a las nuevas generaciones. (99)
El nuevo socialismo deberá incluir el desarrollo de una tecnología que tengan contenido social, en oposición a la tecnocracia que mira solo por la ganancia individual de un sistema depredador. (100) Hoy técnicamente es posible la planificación democrática a largo plazo, lo que permite que las decisiones que se tomen originen una distribución de la riqueza fuera de la lógica del capital. (101)
Un socialismo, en su forma más radical, debe ser consistente con la igualdad sustantiva, la solidaridad comunitaria y la sostenibilidad ecológica, también deberá proponerse la unión, y no a la división de las fuerzas del trabajo. El desarrollo humano sostenible requiere urgentemente que la actividad creativa y productiva se utilice para los valores de uso y no para los valores de cambio del mercado.
Cuando en un futuro –que ahora parece cerrado– se abran las puertas de una nueva sociedad, este cambio revolucionario lo hará de muchas maneras, produciendo un desarrollo completamente nuevo, más cualitativo, y con formas colectivas de organización. (102)
Las medidas prácticas que deberán tomarse hoy son imposibles con el actual modo de producción. No es la imposibilidad física, o la falta de excedentes económicos lo que impide la satisfacción de necesidades básicas como aire y agua limpia, alimentos, ropa, vivienda, educación, atención médica, transporte y trabajo útil. No es la escasez de conocimientos tecnológicos o de medios materiales lo que impide la conversión a energías más sostenibles. (103) No es una fantasmal división, congénita de la humanidad, la que obstruye la construcción de una nueva Internacional de los trabajadores y de los pueblos. (104) Todo esto está a nuestro alcance, pero requiere seguir una lógica que vaya contra el capitalismo.
Como Karl Marx advirtió: “la humanidad se impone sólo las tareas que puede resolver en su momento. Un examen detenido de la historia nos muestra que las soluciones surgen sólo cuando las condiciones materiales están desplegadas o al menos en están en camino de madurez.” (105)
Los desperdicios y los excesos del capitalismo monopolista se han transformado en el principal obstáculo para el desarrollo humano. Una vez que el mundo se libere de estas cadenas los nuevos medios tecnológicos permitirán que la planificación y la acción democrática construyan los caminos hacia un mundo de igualdad sustantiva y sostenibilidad ecológica. (106)
La respuesta a la crisis que tenemos ante nosotros son de carácter socialy ecológica.
Estas respuestas exigen una regulación racional del metabolismo entre los seres humanos y la naturaleza. El nuevo mundo deberá se capaz de regenerar los procesos vitales, con ecosistemas saludables, tanto locales como regionales y globales.
A lo largo de la historia los seres humanos hemos luchado para domeñar el medio natural, pero la libertad humana integral sólo es posible si se vive con igualdad y en comunidad.
El desarrollo futuro no es posible sin sostenibilidad ecológica y tampoco es posible sin una sociedad que se construya sobre bases socialistas .
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Notas
1 George Monbiot, “La Tierra está en una Espiral de la muerte. Se necesitan medidas radicales para salvarnos”, Guardian, 14 de noviembre de 2018; Leonid Bershidsky, “El subempleo es el nuevo desempleo”, Bloomberg, 26 de septiembre de 2018.
2 Para un análisis histórico perspicaz del problema general de la descomposición y desintegración de las civilizaciones, vea Arnold J. Toynbee, Un estudio de la historia, resumido por DC Somerveil (Oxford: Oxford University Press, 1946), 244–428.
3 Karl Marx y Frederick Engels, El Manifiesto Comunista (Nueva York: Monthly Review Press, 1964), 2.
4 Un análisis del estancamiento y la financialización, vea Harry Magdoff y Paul M. Sweezy, Estancamiento y la explosión financiera (Nueva York: Monthly Review Press, 1986); John Bellamy Foster y Fred Magdoff, The Great Financial Crisis (Nueva York: Monthly Review Press, 2009); John Bellamy Foster y Robert W. McChesney, The Endless Crisis (Nueva York: Monthly Review Press, 2012); Costas Lapavitsas, Beneficios sin producción: Cómo nos explotan las finanzas a todos (Londres: Verso, 2013).
5 Drew Desilver, “Para la mayoría de los trabajadores de los EEUU los salarios reales apenas han crecido en décadas”, Pew Research Center, 7 de agosto de 2018.
6 Yuki Noguchi, “La economía del concenso renueva el debate sobre si los trabajadores contratados son realmente empleados”, NPR, 7 de marzo de 2018.
7 El concepto de capitalismo liberado está tomado de Henryk Szlajfer (entrevistado por Grzegorz Konat), “Capitalismo liberado”, de próxima publicación, Monthly Review.
8 John Smith, El imperialismo en el siglo XXI (Nueva York: Monthly Review Press, 2016).
9 Heather Stewart, “£ 13 trn Horda escondida de Taxman por Global Elite”, Guardian, 21 de julio de 2012; Sam Ro, “Los mega ricos se mantienen en al menos $ 21 billones en paraísos fiscales en el extranjero”, Business Insider, 22 de julio de 2012; Nicholas Shaxson, Treasure Islands (Londres: Palgrave Macmillan, 2011).
10 Larry Elliott, “La desigualdad se amplía: 42 personas tienen la misma riqueza que 3.700 millones de personas más pobres”, Guardian, 21 de enero de 2018; Rupert Neate, “Bill Gates, Jeff Bezos y Warren Buffett son más ricos que la mitad más pobre de los EEUU”, Guardian, 8 de noviembre de 2017.
11 Report Informe de Desigualdad Mundial 2018 (Laboratorio de Desigualdad Mundial, 2018).
12 Lant Pritchett, “Divergence, Big Time”, Journal of Economic Perspectives 11, no. 3 (1997): 3–17; Jason Hickel, “La desigualdad global puede ser peor de lo que pensamos”, Guardian, 8 de abril de 2016; John Bellamy Foster, “El nuevo imperialismo de la capital globalizada del monopolio financiero”, Revisión mensual 67, no. 3 (julio – agosto de 2015): 11–12.
13 “Más del 60 por ciento de la población ocupada del mundo está en la economía informal”, Organización Internacional del Trabajo, 30 de abril de 2018; Foster y McChesney, The Endless Crisis , 144–51.
14 “State of Homelessness”, Alianza Nacional para acabar con la falta de vivienda, consultada el 9 de enero de 2019, http://endhomelessness.org
15 Oliver Milman, “Estamos en guerra”: la crisis de ratas en Nueva York empeoró por el cambio climático, Guardian, 21 de diciembre de 2018.
16 Lisa Rapaport, “La expectativa de vida disminuye en EEUU y otros países de altos ingresos”, Reuters , 22 de agosto de 2018; “La esperanza de vida en EEUU ha disminuido en dos años consecutivos”, Economist, 4 de enero de 2018; Rebecca Voelker, “El resurgimiento del pulmón negro plantea nuevos desafíos para los médicos de los países del carbón”, Red JAMA, 12 de diciembre de 2018; Thea Jourdan, “Regreso de las enfermedades victorianas: Fiebre escarlata, tuberculosis, tos ferina, incluso escorbuto”, Daily Mail , 4 de abril de 2016.
17 Claas Kirchelle, “Pharming Animals: Una historia global de los antibióticos en la producción de alimentos (1935–2017),” Palgrave Communications 4, no. 96 (2018); Amanda Holpuch, “La reunión de la ONU aborda la ‘Amenaza fundamental’ de las superbacterias resistentes a los antibióticos”, The Guardian, 21 de septiembre de 2016: “La resistencia a los antimicrobianos es una ‘emergencia de salud mundial”, ONU, antes de la semana de concienciación” , Noticias de la ONU, 12 de noviembre de 2018; Rob Wallace, Big Farms Make Big Flu (Nueva York: Monthly Review Press, 2016).
18 Frederick Engels, La condición de la clase trabajadora en Inglaterra (Londres: Penguin, 1987), 127–28.
19 Stephanie Simon, “K – 12 Student Bases de datos Jazzes Tech Startups, Spooks Parents”, Reuters, 3 de marzo de 2013; Sharon Lurye, “Por qué los datos personales de su estudiante podrían ser comprados y vendidos libremente”, Informe Hechinger, 14 de junio de 2018; Gerald Coles, Miseducating for the Global Economy (Nueva York: Monthly Review Press, 2018); Howard Ryan, Educational Justice (Nueva York: Monthly Review Press, 2017); John Bellamy Foster, “La educación y la crisis estructural del capital”, Revisión mensual 63, no. 3 (julio-agosto de 2011): 6–37.
20 Charles Dickens, Hard Times (Londres: Pingüino, 1995), 10–15.
21 Erica R. Meiners y Therese Quinn, “Militarismo y educación normal”, Revisión mensual 63, no. 3 (julio-agosto de 2011): 77–86.
22 “La mitad de los estadounidenses tienen familiares que han sido encarcelados”, Instituto de Igualdad de Justicia, 11 de diciembre de 2018; Michelle Alexander, The New Jim Crow (Nueva York: Nueva Prensa, 2012); Drew Kann, “Cinco hechos detrás del alto índice de encarcelamiento de EEUU”, CNN, 10 de julio de 2018; La “Hoja de datos de justicia penal”, NAACP, se publicó el 12 de enero de 2019 (datos sobre el encarcelamiento a partir de 2015); Jacqueline Howard, “Los hombres negros casi 3 veces más propensos a morir por el uso de la fuerza por parte de la policía, dice un estudio”, CNN, 20 de diciembre de 2016; Keeanga-Yamahtta Taylor, de #BlackLivesMatter a Black Liberation (Chicago: Haymarket, 2016).
23 “Datos y cifras: Acabar con la violencia contra las mujeres”, ONU Mujeres, última actualización en noviembre de 2018; LA Sharp, “La mercantilización del cuerpo y sus partes”, Revisión anual de antropología 29 (2000): 287–328; Robin McKie, “Los biólogos piensan que el 50% de las especies se enfrentarán a la extinción a finales de siglo”, Guardian, 25 de febrero de 2017.
24 John Bellamy Foster y Robert W. McChesney, “Vigilancia del capitalismo”, Monthly Review 66, no. 3 (julio-agosto de 2014): 1–31.
25 “Quién está trabajando para su voto”, Colectivo de tecnología táctica, 29 de noviembre de 2018.
26 Paul A. Baran y Paul M. Sweezy, Monopoly Capital (Nueva York: Monthly Review Press, 1966), 155; Doug Henwood, “Trump and the New Billionaire Class”, en Socialist Register 2019, ed. Leo Panitch y Greg Albo (Nueva York: Monthly Review Press, 2018), 100–25; Jane Mayer, Dark Money (Nueva York: Random House, 2017).
27 Timothy M. Gill, “Por qué la élite poderosa continúa dominando la política estadounidense”, Washington Post, 24 de diciembre de 2018.
28 John Pilger, “Nueva Guerra Fría y amenazas inminentes”, Frontline, 21 de diciembre de 2018; Christi Parsons y WJ Hennigan, “El presidente Obama que esperaba sembrar la paz, en cambio lideró la nación en la guerra”, Los Angeles Times, 13 de enero de 2017.”
29 John Mecklin, “Ahora son dos minutos para la medianoche”, Boletín de los científicos atómicos, consultado el 19 de diciembre de 2018.
30 Zack Beauchamp, “9 mapas y gráficos que explican la crisis mundial de los refugiados”, Vox, 30 de junio de 2017; “Informe sobre las migraciones internacionales, puntos destacados de 2017”, Naciones Unidas, 18 de diciembre de 2017; Philippe Rekacewicz, “Mapeo de la guerra de Europa contra la inmigración”, Le Monde Diplomatique, 16 de octubre de 2013; Joseph S. Nye, “2050: Cómo podemos evitar un mundo cerrado”, Foro Económico Mundial, 19 de enero de 2014; James Randerson, “Expertos advierte que el cambio climático conducirá a la ‘barbarización’”, Guardian, 15 de mayo de 2008; John Bellamy Foster, Trump en la Casa Blanca (Nueva York: Monthly Review Press, 2017), 104.
31 “2018 World Hunger and Poverty Facts”, Hunger Notes, consultado el 19 de diciembre de 2018, http://worldhunger.org; Fred Magdoff, “Gravas terrestres del siglo veintiuno: acumulación por disposición agrícola”, Revista mensual 65, no. 6 (noviembre de 2013): 1–18.
32 David Ruccio, “Dolarización en los EEUU”, blog Ocasional Links and Commentary, 10 de diciembre de 2018, http://anticap.wordpress.com; “41 millones de personas en los EEUU enfrentan el hambre”, Feeding America, 6 de septiembre de 2017.
33 Farshad Araghi, “The Great Global Enclosure of Our Times”, en Hungry for Profit, eds. Fred Magdoff, John Bellamy Foster y Frederick H. Buttel (Nueva York: Monthly Review Press, 2000), 145–60.
34 Mike Davis, Planet of Slums (Londres: Verso, 2006).
35 Vijay Prashad, “No tenemos más remedio que vivir como seres humanos”, Tricontinental, 14 de diciembre de 2018, http://thetricontinental.org; “’Vergonzoso’: ¿Qué está impulsando la crisis mundial de la vivienda?”, Al Jazeera, 3 de noviembre de 2018.
36 Will Steffen, et al., “Planetary Boundaries”, Science 347, no. 6223 (2015); Ian Angus, Facing the Anthropocene (Nueva York: Monthly Review Press, 2016); John Bellamy Foster, Brett Clark y Richard York, The Rack ecológico (Nueva York: Monthly Review Press, 2010).
37 Damian Carrington, “La humanidad ha eliminado el 60% de las poblaciones de animales desde 1970, según el informe”, Guardian , 29 de octubre de 2018; M. Grooten y REA Almond, eds., Living Planet Report – 2018: Aiming Higher (Gland, Suiza: World Wildlife Foundation, 2018); Ben Guarino, “El estudio de Hyperalarming muestra pérdida masiva de insectos”, Washington Post, 15 de octubre de 2018; Rodolfo Dirzo, Hilary S. Young, Mauro Galetti, Geraldo Ceballos, Nick JB Isaac y Ben Collen, “Defaunation in the Anthropocene”, Science 35, no. 6195 (2014): 401–6.
38 James Hansen, “El cambio climático en pocas palabras: la tormenta que se avecina”, 18 de diciembre de 2018, 25.
39 Will Steffen, et al., “Trayectorias del sistema terrestre en el antropoceno”, Actas de la Academia Nacional de Ciencias 115, no. 33 (2018). Para conocer las emisiones acumuladas estimadas del uso de combustibles fósiles, la producción de cemento y los cambios en el uso de la tierra desde el inicio de la industrialización, consulte trillionthtonne.org.
40 Hansen, “El cambio climático en pocas palabras”, 42–47; Kendra Pierre-Louis, “Las emisiones de gases de efecto invernadero se aceleran como un ‘tren de carga por exceso de velocidad’ en 2018”, New York Times, 5 de diciembre de 2018; Brad Plumer, “Las emisiones de carbono de los EE. UU. Aumentaron en 2018, incluso cuando las plantas de carbón se cerraron”, New York Times , 8 de enero de 2019.
41 Marcelo Gleiser, “ExxonMobil vs. the World”, NPR, 30 de noviembre de 2016; Andy Rowell, “Campaña de negación ‘Drop Dead’ de 25 años de Exxon”, Oil Change International , 14 de abril de 2014.
42 K. William Kapp, Los costos sociales de la empresa privada (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1950), 231.
43 Herman Daly, Del crecimiento no económico a una economía de estado estable (Brookfield, Vermont: Edward Elgar, 2016), 131–44.
44 Samir Amin, “China 2013”, Revisión mensual 64, no. 10 (marzo de 2013): 14–33.
45 Ludwig von Mises, Nación, Estado y Economía (Indianapolis: Liberty Fund, 1983); Ludwig von Mises, Socialismo: un análisis económico y sociológico (Indianapolis: Liberty Fund, 1981).
46 Mises, Socialism, 323–54, 399–406, 413–62, 488–92; Nación, estado y economía, 36–37, 143, 163–65.
47 Mises, socialismo, 421-22.
48 Phillip W. Magness, “Los Orígenes del término peyorativo ‘neoliberalismo’” Instituto Americano para la Investigación Económica 10 de diciembre de 2018; Alfred Meusel, “La crítica civil-social del presente: el nuevo liberalismo (Ludwig von Mises),” La sociedad: Revista internacional para el socialismo y la política1, no 4 (1924): 372-83.
(El artículo “El nuevo liberalismo”, que es el primero de una serie de dos partes.) Peter Goller, “Alfred Meusel como crítico de Ludwig Mises y Othmar Spann: Contra el ‘neolberalismo’ y ‘Neoromantik’ (1924), ‘Messages of the Alfred Klahr Society 2 (2003); Peter Goller, “Helene Bauer contra la ideología burguesa neoliberal por Ludwig Mises (1923),” Comunicaciones de Alfred Klahr Society 4 (2005), http: //klahrgesellschaft.at-includes Helene Bauer, “‘Hombre común’ y un Señor mejor” “Adler criticó enérgicamente el intento de Mises de afirmar que las ideas de Marx estaban estrechamente relacionadas con el tradicional estado prusiano autoritario, sobre la base de que todo lo que estaba fuera del neoliberalismo era esencialmente el mismo y que incluso el socialismo democrático era autoritario en su rechazo al liberalismo. Max Adler, “Excursus on Anarchism”, en Austro-marxismo: la ideología de la unidad, ed. Mark E. Blum y William Smalldone (Boston: Brill, 2016), 207.
49 Magness, “Los orígenes peyorativos del término ‘neoliberalismo’”; Meusel, “Der Neu-Liberalismus”, 383; Bauer, “‘Gemeine Mann’ und ein Besserer Herr”; Othmar Spann, Types of Economic Theory (Londres: George Allen y Unwin, 1930), 278–79 (referencia a la “tendencia neoliberal” apareció por primera vez en la edición de 1926). En su libro Tendencias de ideas económicas de 1925 , el economista suizo Hans Honegger escribió sobre el neoliberalismo teórico , pero, en contraste con el tratamiento anterior de Meusel, lo usó para abordar la economía neoclásica en lugar del neoliberalismo de pensadores como Mises. Ver Dieter Plehwe, introducción a The Road from Mount Pèlerined. Philip Morowski y Plehwe (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2009), 10. El término capital móvil a menudo se asocia con Max Weber, donde hizo una breve alusión en su póstuma Historia Económica General de 1923 , pero el término es de hecho ingresó a la teoría marxiana con el análisis anterior del capital financiero (y comercial) internacional de Rudolf Hilferding. Véase Rudolf Hilferding, Finance Capital (Londres: Routledge, 1981), 342, 325–30; Max Weber, General Economic History (Nueva York: Collier, 1961), 242.
50 Von Ludwig von Mises, Liberalismo (Indianapolis: Liberty Fund, 2005), 9.
51 Kari Polanyi-Levitt y Marguerite Mendell, “Los orígenes del fetichismo del mercado”, Revisión mensual 41, no. 2 (junio de 1989): 11–32; Johannes Maerk, “Plan Oder Markt: La batalla de ideas entre el austro-marxismo y el neoliberalismo en Viena” (conferencia, Instituto para las Humanidades, Universidad Simon Fraser, Burnaby, Columbia Británica, Canadá, 13 de septiembre de 2016). Disponible en http://youtube.com.
52 Karl Polanyi, La gran transformación (Boston: Beacon, 1944); Felix Schaffer, “Vorgartenstrasse 203: Extractos de una Memoria”, en Karl Polanyi en Viena, ed. Kenneth McRobbie y Kari Polanyi-Levitt, (Montreal: Black Rose, 2006), 328–46; Kari Polanyi-Levitt, “Rastreando la economía política institucional de Polanyi hasta su fuente de Europa central”, en Karl Polanyi en Viena, 378–91; Eduard Márz, Joseph Schumpeter: erudito, profesor y político (New Haven: Yale University Press, 1991), 101.
53 Gareth Dale, Karl Polanyi: Una vida a la izquierda (Nueva York: Columbia University Press, 2016), 102–3.
54 Harry Magdoff, “Angustia económica internacional y el tercer mundo”, Revisión mensual 33, no. 11 (abril de 1982): 3–5.
55 Estos desarrollos económicos se presentan con gran detalle, como un comentario continuo, en el extraordinario conjunto de libros, basados en artículos recopilados, escritos por Harry Magdoff y Paul Sweezy a fines de la década de los sesenta y finales de los noventa: Paul M. Sweezy y Harry Magdoff. La dinámica del capitalismo estadounidense (Nueva York: Monthly Review Press, 1972); Paul M. Sweezy y Harry Magdoff, El fin de la prosperidad (Nueva York: Monthly Review Press, 1973); Paul M. Sweezy y Harry Magdoff, Estancamiento y la explosión financiera (Nueva York: Monthly Review Press, 1987); y Paul M. Sweezy y Harry Magdoff, The Irreversible Crisis (Nueva York: Monthly Review Press, 1988).
56 Hannah Holleman, Robert W. McChesney, John Bellamy Foster y R. Jamil Jonna, “El estado penal en una era de crisis”, Revisión mensual 61, no. 2 (junio de 2009): 2.
57 Friedrich von Hayek, El camino a la servidumbre (Londres: Routledge, 1944). Como Paul Sweezy escribió sobre El camino a la servidumbre de Hayek , “la elección del liberalismo, en el sentido de individualismo y competencia, como el criterio de juicio, la desviación de la cual debe considerarse un error, le permite agrupar todo pensamiento anti-individualista. y la política juntos como simplemente totalitarios“. Paul M. Sweezy, The Present as History (Nueva York: Monthly Review Press, 1953), 285.
58 Kenn John Kenneth Galbraith, Capitalismo estadounidense: el concepto de poder compensatorio (Londres: Hamish Hamilton, 1957).
59 Philip Mirowski, Nunca deje que una crisis grave se desperdicie (Londres: Verso, 2013), 24, 37–50; David Stedman Jones, Maestro del Universo (Princeton: Princeton University Press, 2012). Mirowski y Jones, a pesar de proporcionar informes detallados de la formación del neoliberalismo en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, tienen poca o ninguna conciencia de las críticas marxistas (y otras) al neoliberalismo en la década de 1920, ni del conflicto tal como surgió en el siglo XX. Contexto de la Viena Roja.
60 Michel Foucault, El nacimiento de la biopolítica (Nueva York: Palgrave McMillan, 2008), 317. Un ejemplo extremo de tal naturalización es el uso corporativo del término ecosistema para referirse a las cadenas de suministro de productos básicos, como el ecosistema de Apple: una forma de evitar Referencia al sistema de explotación incorporado en el arbitraje laboral global. Ver John Patrick Leary, Palabras clave: El nuevo lenguaje del capitalismo (Chicago: Haymarket, 2018), 72–76.
61 Role El papel de Friedman como portavoz del neoliberalismo es bien conocido. Sobre el papel de James Buchanan, ver Nancy McLean, Democracy in Chains (Nueva York: Viking, 2017).
62 Foucault, El nacimiento de la biopolítica, 133–38; Mirowski, Nunca dejes que una crisis grave se desperdicie, 64; Mises, socialismo, 344–51. En sus memorias, Stigler enfatizó que un objetivo clave de la Escuela de Economía de Chicago, y del neoliberalismo en general, fue la destrucción del concepto de poder de monopolio para contrarrestar “la creciente crítica socialista del capitalismo [que] enfatizó el monopolio”; “’Capitalismo monopolista’ es casi una palabra en esa literatura”. George J. Stigler, Memorias de un economista no regulado (New York: Basic, 1988), 92, 162–63.
63Offer Oferta de Avner y Gabriel Söderberg, The Nobel Factor (Princeton: Princeton University Press, 2016), 101, 130–31.
64 Ver John Cassidy, How Markets Fail (Nueva York: Farrar, Straus y Giroux, 2009), 3–110; Foster y McChesney, The Endless Crisis, 1–28.
65 Sobre cómo el neoliberalismo adquirió un nuevo significado en la era de la financiarización del proceso de acumulación, ver Gérard Duménil y Dominique Levy, Resurgente de la Capital: Raíces de la Revolución Neoliberal (Harvard: Harvard University Press, 2004), 119–20, 156– 67; Foster y McChesney, The Endless Crisis , 44–45.
66 Foster y McChesney, The Endless Crisis, 4, 18. Sobre la concentración de la riqueza, vea Thomas Piketty, Capital en el siglo XXI (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2014), 336–76.
67 Smith, imperialismo en el siglo XXI ; Ernesto Screpanti, El imperialismo global y la gran crisis (Nueva York: Monthly Review Press, 2014).
68 Foster y McChesney, “El capitalismo de la vigilancia”.
69 Prabhat Patnaik, El valor del dinero (Nueva York: Columbia University Press, 2009).
70 Mirowski, Nunca dejes que una crisis grave se desperdicie , 1–6.
71 Karl Marx, “The Value-Form”, Capital & Class no. 4 (1978): 134.
72 Fred Magdoff y Chris Williams, Creando una Sociedad Ecológica (Nueva York: Monthly Review Press, 2017), 25–47.
73 Andreas Malm, Fossil Capital (London: Verso, 2016).
74 James K. Galbraith, The Predator State (Nueva York: Free Press, 2008); Foucault, El nacimiento de la biopolítica, 133.
75 Mirowski, Nunca dejes que una crisis grave se desperdicie, 56–57; Foucault, El nacimiento de la biopolítica, 131.
76 Foucault, El nacimiento de la biopolítica, 131, 145.
77 Mirowski, Nunca dejes que una crisis grave se desperdicie, 57; McLean, Democracia en Cadenas.
78 Marco Boffo, Alfredo Saad-Filho y Ben Fine, “El capitalismo neoliberal: el giro autoritario”, en Socialist Register 2019, 256.
79 Great La Gran Transformación de Polanyi fue una crítica al neoliberalismo de teóricos como Mises y Hayek, quienes en el contexto de Red Vienna defendieron una economía de mercado autorregulada y diseñaron los principales principios de lo que ahora se conoce como neoliberalismo. Sin embargo, la poderosa crítica de Polanyi también debía reflejar un momento de triunfo, la derrota de las tendencias neoliberales en la forma de la “gran transformación”. Es irónico, por lo tanto, que la Sociedad Mont Pèlerin se haya establecido un año después de la publicación de Polanyi. libro, y fue solo con el ascenso al poder del neoliberalismo en los años 70 y 80 que surgió la fascinación actual por Polanyi.
80 Ver Robert W. McChesney, prólogo de Trump en la Casa Blanca, 7–13.
81 Mises, Liberalism, 30. Ver también Herbert Marcuse, Negations (Boston: Beacon, 1968), 10.
82 Hayek citado en Renato Cristi, Carl Schmitt y Authoritarian Liberalism (Cardiff: University of Wales Press, 1998), 168.
83 Friedrich von Hayek, Individualismo y orden económico (Londres, 1949), 22; Paul A. Baran, “Sobre el capitalismo y la libertad”, Monthly Review 42, no. 6 (noviembre de 1990): 36.
84 Foucault, El nacimiento de la biopolítica, 164.
85 Eric Hobsbawm, The Age of Extremes (Nueva York: Vintage, 1994), 584–85.
86 Hobsbawm, La era de los extremos, 563, 569.
87 Ver Edward Said, “Contra Mundum”, London Review of Books 17, no. 5 (1995): 22-23; Justin Rosenberg, “El siglo de Hobsbawm”, Monthly Review 47, no. 3 (julio-agosto de 1995): 139–56; Eugene Genovese, “The Age of Extremes – Review”, New Republic, 17 de abril de 1995.
88 Polanyi, La Gran Transformación, 76.
89 Michael D. Yates, ¿Puede la clase trabajadora cambiar el mundo? (Nueva York: Monthly Review Press, 2018), 134.
90 Jørgen Randers, 2052: Informe al Club de Roma en conmemoración del cuadragésimo aniversario de los “Límites al crecimiento” (White River Junction, Vermont: Chelsea Green, 2012), 14–15, 19–23, 210–17, 248 –49, 296–97.
91 Jacob Burckhardt, Reflexiones sobre la historia (Indianapolis: Liberty, 1979), 213, 224.
92 Georges Lefebvre, La llegada de la Revolución Francesa (Princeton: Princeton University Press, 1947), 212.
93 John Bellamy Foster, “El capitalismo y la acumulación de catástrofes”, Revisión mensual 63, no. 7 (diciembre de 2011): 1–17.
94 Yates, ¿Puede la clase trabajadora cambiar el mundo?, 184–85.
95 Paul M. Sweezy, “Socialismo y ecología”, Revisión mensual 41, no. 4 (septiembre de 1989): 5.
96 Karl Marx y Frederick Engels, Collected Works, vol. 1 (Nueva York: Internacional, 1975), 157.
97 Joseph Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia (Nueva York: Harper and Row, 1942), 61. Schumpeter era un producto genuino de la Escuela de Economía de Austria, pero era, al mismo tiempo, un pensador muy independiente. Fue el primero en ofrecer una fuerte crítica a la idea de Mises de que un sistema de precios racional no podía desarrollarse bajo el socialismo. Su independencia fue demostrada por su disposición a servir como ministro de finanzas en un gobierno socialista. Véase Márz, Joseph Schumpeter , 99–113, 147–63.
98 Schumpeter, Capitalismo, Socialismo y Democracia, 143.
99 Como enfatiza Antonio Negri, un movimiento inclusivo basado en clases comienza con un “concepto social” de clase divorciada de una construcción meramente económica. Esto significa que la cuestión de la clase trabajadora no puede separarse de temas como el trabajo doméstico de las mujeres, el medio ambiente, la formación de razas, etc. Antonio Negri, “Empezando de nuevo desde Marx”, Filosofía radical 203 (2018).
100 Vea la discusión indispensable de la tecnología socialista en Victor Wallis, Revolución rojo-verde: la política y la tecnología del ecoocialismo (Chicago: Political-Animal, 2018), 54–92.
101 Como comentó Sweezy, no hay “nada en el sistema [capitalista] que se preste o sea compatible con una planificación a largo plazo de un tipo que sería absolutamente esencial para la implementación de un programa ecológico efectivo”, mucho menos la garantía de que El progreso sería compartido equitativamente entre todos en la sociedad. El socialismo, en cambio, es modificable a tales desarrollos sobre una base democrática, precisamente porque significa un alejamiento de la acumulación de capital, las ganancias y la producción de bienes como los fines supremos de la sociedad. Sweezy, “Socialismo y ecología”, 7–8. Podemos ver las fortalezas de la planificación hoy de diferentes maneras en estados como Venezuela, con sus municipios y consejos comunales, y en Cuba con sus enormes éxitos sociales y ecológicos, a pesar de que ambos han sido sometidos a enormes presiones económicas y políticas, así como amenazas militares, que emanan de los EEUU. Ver a John Bellamy Foster, “Chávez y el estado comunal” Revisión mensual 66, no. 11 (abril de 2015): 1–17.
102 Sobre el desarrollo humano sostenible, vea Paul Burkett, “La visión de Marx del desarrollo humano sostenible”, Revisión mensual 57, no. 5 (octubre de 2005): 34–62.
103 El problema de la conversión ecológica se aborda sistemáticamente en Wallis, Revolución Rojo-Verde. Ver también Magdoff y Williams, Creando una Sociedad Ecológica , 283–329; Angus, frente al antropoceno, 189-208; y Fred Magdoff y John Bellamy Foster, Lo que todo ambientalista debe saber sobre el capitalismo (Nueva York: Monthly Review Press, 2011), 121–44.
Sobre una estrategia democrática y socialista radical en los EEUU, ver Robert W. McChesney y John Nichols, People Get Ready (Nueva York: Nación, 2016), 245–76.
104 Sobre una nueva internacional, vea István Mészáros, La necesidad de control social (Nueva York: Monthly Review Press, 2015), 199–217; Samir Amin, “Es imperativo reconstruir la Internacional de Trabajadores y Pueblos”, IDEAS, 3 de julio de 2018.
105 Karl Marx, Una contribución a una crítica de la economía política (Moscú: Progreso, 1970), 21.
106 Ver John Bellamy Foster, “La ecología de la economía política marxiana”, Monthly Review 63, no. 4 (septiembre de 2011): 5–14; Robert W. McChesney, Communication Revolution (Nueva York: New Press, 2007).
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