¿Por qué las oligarquías liberales temen a la política fiscal?

En vez de preocuparse por alcanzar el objetivo de pleno empleo y mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía, estos chamanes nos dicen que lo fundamental es el ajuste presupuestario.

No aprenden. Les da igual el ascenso imparable de la derecha extrema. Les da igual que la ciudadanía, los electores, cada día, en su inmensa mayoría, lo estén pasando peor. Lo fundamental es la defensa de un orden liberal en descomposición. Y, para ello, así lo decidieron los chamanes ortodoxos de la economía de ese orden liberal, la política fiscal debe de ser un tabú. Por eso, “la Autoridad Fiscal Europea ha recomendado a España que haga un ajuste adicional en su presupuesto para 2025, aprovechando la situación económica favorable actual. Según el Consejo Fiscal de la UE, la recuperación económica permite adoptar políticas fiscales más estrictas y sugiere retirar el apoyo que se implementó durante la crisis inflacionaria de 2022. Enfatiza la importancia de que los países con altos niveles de deuda, como España, tomen medidas para reducir su déficit. Estas recomendaciones están alineadas con las nuevas normas fiscales europeas que se aplicarán a partir de 2025.” En vez de preocuparse por alcanzar el objetivo de pleno empleo y mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía, estos chamanes nos dicen que lo fundamental es el ajuste presupuestario.

Desde estas mismas líneas ya respondimos a la pregunta clave: ¿por qué existe entre ciertas élites políticas y económicas tanta aversión al uso de la política fiscal? La respuesta ya la dio en su momento uno de los grandes economistas del siglo XX, Michal Kalecki. En 1943 en Political Aspects of Full Employment exponía tres razones por las que a las élites no les gustaba, y sigue sin gustarles, la idea de utilizar la política fiscal como instrumento de política económica.

Un sistema sin una política fiscal activa significativa supone colocar en el asiento del conductor a los hombres de negocios; y sus “animal spirits” pueden determinar el estado de la economía. “Esto les da a los capitalistas un poderoso control indirecto sobre la política del gobierno”. Pero es que, además, en segundo lugar, el gasto público pone en tela de juicio un principio moral de la mayor importancia para la élite: “Los fundamentos de la ética capitalista requieren que te ganarás el pan con el sudor -a menos que tengas los medios privados suficientes-”.

Finalmente, y quizás la más importante, a los hombres de negocio no les gustan las consecuencias del mantenimiento del pleno empleo a largo plazo. “Bajo un régimen de pleno empleo permanente, el miedo dejaría de desempeñar su papel como medida disciplinaria… La disciplina en las fábricas y la estabilidad política son más apreciadas que los beneficios por líderes empresariales. Su instinto de clase les dice que el pleno empleo duradero es poco sólido… y que el desempleo es una parte integral del sistema capitalista normal“.

Las oligarquías liberales

Tal como señala el historiador, demógrafo, sociólogo y politólogo Emmanuel Tood en su último libro La Derrota de Occidente (Akal,2024): “En el caso de Occidente, la disfunción de la representación mayoritaria no permite conservar el término ‘democracia’. En cambio, nada impide mantener el término ‘liberal’ ya que la protección de las minorías se ha convertido en una obsesión… En este sentido la minoría más y mejor protegida de Occidente es sin duda la de los ricos, ya representen el 1% de la población, el 0,1% o el 0,01%…. Así que las democracias liberales se han convertido en oligarquías liberales”. Por eso, ante todo, tal como señalaba Kalecki, la política fiscal debe estar bajo el control de esas élites liberales, no vaya a ser que se alcance el pleno empleo y la gente crea realmente que es libre y nos la monten.

El proyecto europeo está hoy, aunque las oligarquías liberales no se den por aludidas, completamente muerto. Han intentado, estas élites, tal como señala Tood, con la búsqueda de un nuevo enemigo exterior, la Rusia de Putin, recomponerse y avanzar: “Tras haber diseñado una maquinaria disfuncional en Maastricht, nuestras élites podrían echarle la culpa a Rusia, su oscuro deseo sería que la guerra liberará a Europa de si misma… La Unión Europea ha desaparecido detrás de la OTAN, ahora más sumisa que nunca a Estados Unidos”. Pero todos los cálculos realizados por las élites europeas, y estadounidenses, han salido, digámoslo suavemente, rematadamente mal. Como corolario, entre otras cosas, Trump va a arrasar. ¿Qué hará Europa ante el probable retorno de Trump al Gobierno de Estados Unidos?

¿Por qué hay que tener cuidado con los ajustes presupuestarios?

Los nuevos chamanes nos piden realizar un ajuste presupuestario adicional en 2025 para aprovechar la recuperación económica y reducir así el déficit público. Siguen sin entender los balances sectoriales de Wynne Godley. Que hubiera déficit público cuasi cero en el segundo Gobierno de Aznar, y superávit público en el primer Gobierno de Zapatero, no era un síntoma de buena gestión. Simplemente era el reflejo de un endeudamiento privado descomunal alrededor de la mayor burbuja inmobiliaria de nuestra historia. Dicho superávit anticipaba, en el momento en que pinchara la burbuja, una gran recesión y/o depresión. Que en los últimos años hubiera déficit presupuestario no era un síntoma de despilfarro. Solamente reflejaba un exceso de ahorro privado. Durante estos años, España, además, magia cadabra, está financiando, por primera vez en su historia, en términos netos, al resto del mundo.

Al menos, y menos mal, Mario Draghi, como presidente del Banco Central Europeo, sí salvo al euro en 2012, por su cuenta y riesgo. Frente a la locura de austeridad y de devaluación salarial emprendida por esas oligarquías liberales, Draghi decidió financiar a los Tesoros europeos en el mercado secundario. Por eso cuando abandonó el BCE pidió estudiar la Teoría Monetaria Moderna (TMM). Según la TMM, un gobierno que emite su propia moneda no enfrenta las mismas restricciones presupuestarias que un hogar o una empresa. Reducir el déficit público puede llevar a una reducción en la demanda agregada, especialmente si el sector privado está endeudado y el sector exterior está en déficit. Esto podría desencadenar una recesión económica.

Estas mismas oligarquías liberales, enfatizan ahora la importancia de retirar gradualmente las medidas de apoyo desplegadas durante la pandemia y la crisis inflacionaria. ¡Les da igual la creciente masa de ciudadanos que no llegan a final de mes! Ante todo, se debe proteger a esa minoría guay, la de los más ricos. ¡Viva la financiarización y la extracción de rentas a través de la vivienda, la energía, los alimentos, la luz, el agua, … los otrora derechos humanos básicos!

En una economía con desempleo y capacidad no utilizada, el gasto público puede ser crucial para mantener la demanda. Si el sector privado no está en una posición de absorber la reducción del gasto público debido a altos niveles de deuda, y si el sector exterior está en déficit, retirar las medidas de apoyo podría llevar a una contracción en la demanda. Esto podría causar una desaceleración económica o incluso una recesión.

Pero, además, hacen un llamamiento a los países con altos niveles de deuda, como España, para adoptar medidas proactivas que aseguren una trayectoria fiscal sostenible a largo plazo. La sostenibilidad fiscal no debe ser medida únicamente por el nivel de deuda pública, sino por la capacidad de la economía para generar empleo y crecimiento. La obsesión con la reducción de la deuda pública puede llevar a políticas de austeridad que reducen la demanda agregada y aumentan el desempleo, y acaban incrementando la deuda pública. Basta para entenderlo, de nuevo, con manejar los balances sectoriales de Godley. Es más importante que el gobierno se enfoque en políticas que promuevan el pleno empleo y el crecimiento económico sostenible.

Un consejo final, en vez de tanta obsesión por el déficit y la deuda pública céntrense en lo importante, y reviertan el inmenso y vergonzoso proceso de desregulación, liberalización, reestructuración, financiarización, que por obra y gracia de ciertos chamanes, ha acabado creando una caída de la inversión productiva; un hundimiento de la productividad del capital; un incremento brutal de la desigualdad; una percepción de inseguridad en los aspecto vitales fundamentales –vivienda, salarios, empleo, sanidad,…- ; crisis recurrentes financieras y de deuda privada…- Estos chamanes, por ejemplo, aún no se han enterado que los últimos episodios inflacionistas obedecen a un conflicto de intereses por el reparto de la tarta. Y así todo.

Juan Laborda
El Salto

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