La definición de empresa zombi o vulnerable, como también se le llama, puede variar según el organismo, pero se podría resumir en que son aquellas empresas que sus beneficios no son capaces de cubrir sus costes financieros.
Si escuchamos el término “empresa zombi” puede que nuestra imaginación vuele y nos venga a la mente imágenes de juntas de directivos comiendo cerebro o trabajadores vagando por los pasillos en busca de sangre. De hecho, puede que lo tomemos a broma y pensemos que es un término humorístico. Pero las empresas zombi existen y se han convertido en una de las principales preocupaciones de organismos como Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) o el Banco de España (BdE).
La definición de empresa zombi o vulnerable, como también se le llama, puede variar según el organismo, pero se podría resumir en que son aquellas empresas que sus beneficios no son capaces de cubrir sus costes financieros, o sea, que lo que ganan no les da ni para cubrir los intereses de sus deudas. No que no puedan devolver sus préstamos, sino que apenas les llega para cubrir los intereses de esas deudas. Este ratio indica que dichas empresas sobreviven gracias a continuas refinanciaciones de sus deudas. Un dato muy alarmante, sobre todo teniendo en cuenta que, en la actualidad, los tipos de interés en más de medio planeta, pero sobre todo en Europa, se encuentran en mínimos históricos y con ellos el pago de intereses de esas deudas.
El número de estas empresas tuvo su gran despegue tras la gran crisis que arrancó en 2008. Antes, durante la euforia financiera, muchas de esas empresas se endeudaban cegadas por unas rentabilidades que parecían infinitas y sin limitaciones. Pero la burbuja explotó, muchas de esas empresas quebraron y otras, infectadas por el virus de sus grandes deudas acumuladas, se convirtieron en muertos vivientes.
No comen cerebros, solo dinero
El Quantitative Easing (QE), o sea, la política expansiva del BCE que ha mantenido los tipos de interés entorno al 0% y que ha inundado Europa de dinero es el alimento que ha mantenido en movimiento a este ejército empresarial de muertos vivientes. Con los tipos de interés tan bajos, las empresas pueden seguir refinanciando sus préstamos sin que su coste financiero se incremente demasiado o, incluso, haciendo que disminuya. Muchos de esos créditos están referenciados a índices variables, como el Euribor, que crecen cuando aumentan los tipos de interés marcados por el BCE o la FED. En caso de que la política de tipos de interés bajos termine, un gran número de esas empresas podría quebrar y dejar de vagar entre las compañías vivas.
Los organismos reguladores alertan de su descontrol pero ninguno la regula. La “banca en la sombra” puede protagonizar la próxima crisis financiera endémica.
¿Cuántas hay en España?
Tanto la OCDE como el Banco Internacional de Pagos han alertado de la cantidad de empresas de este tipo que sobreviven en el contexto actual, pero que supondrán un grave peligro en un futuro próximo. Pero la alerta que más ampollas ha levantado en el Estado español ha sido la del FMI. Ya en 2013, José Viñals, director de asuntos monetarios y mercados de capitales del FMI, alertó de que el 41% de la deuda empresarial española estaba en manos de este tipo de empresas. Ese mismo año, la OCDE también alertaba sobre la infección que sufría el tejido empresarial español al calcular que el 10% eran zombis. Pero fue un informe más reciente del FMI el que hizo saltar las alarmas y poner al Banco de España (BdE) en posición de defensa.
La institución que ahora preside Kristalina Georgieva publicó el pasado mes de octubre el último Informe sobre la estabilidad financiera mundial. En dicho documento, la institución advirtió del grave riesgo que corría la estabilidad de la economía mundial debido a la enorme deuda empresarial vulnerable en varios países, entre los que incluía España.
Pero el BdE no tardó en defender la situación de endeudamiento de las empresas de la economía española y en publicar un artículo económico sobre el resultado de las empresas no financieras donde defendía que, al cierre de 2018, este tipo de empresas ya “solo” representaba el 8% del total, la mitad de las que había cuando la OCDE alertó a las autoridades españolas en 2013.
La institución española llama a la calma ante las alertas del FMI mostrando también los datos sobre endeudamiento de las empresas no financieras. Dichas deudas representan el 73% del PIB al cierre del tercer trimestre de 2019, cifra alejada de los niveles del 120% que se alcanzaron en plena crisis al comienzo de la década. Aunque el BdE ha tenido que avisar que un ejercicio teórico hecho por la misma institución “revela que la proporción de empresas vulnerables se elevaría de forma significativa ante un hipotético deterioro del escenario macrofinanciero de caída de beneficios o subida de tipos de interés”. Según dichos cálculos en los que se aplica un descenso del beneficio continuado, “los porcentajes de deuda y empleo de las empresas vulnerables se incrementarían, especialmente en el segmento de las pymes y en el sector de la construcción”. También ha alertado que, aunque el número de empresas haya disminuido en términos totales, ha crecido entre empresas de gran tamaño, lo que lo hace más peligroso y endémico.
La batalla por las cifras entre BdE y FMI no son ningún motivo para la tranquilidad. En la actualidad, según el INE, en el Estado español existen unas 3.360.000 empresas. Por lo que el 8% que calcula el BdE, el mismo organismo que no vio venir la quiebra de varias cajas de ahorro, supondría que existen 268.800 empresas zombi que, en caso de que suban los tipos de interés o reduzcan su beneficio podrían quebrar.