Brillante artículo sobre la Justicia Social y Fiscal que tendría que ser difundido a toda la ciudadanía, jóvenes y mayores
Fuente: Plataforma por la Justicia Fiscal – Nueva Tribuna
Cuando una empresa, o una persona, tiene sus fondos en guaridas fiscales u organiza un entramado para no pagar impuestos, no solo actúa contra la justicia, sino que, además, crea desigualdad
La búsqueda de la justicia es algo inherente a la naturaleza humana.
Los niños ya reflejan este deseo de justicia cuando se les da algo menos que a los demás, expresando “es injusto”. También es cierto que nunca reflejan (reflejamos) que se les ha dado algo más que a los demás o que tienen algo más, o que la vida les ha dado algo más que al resto.
Habitualmente sólo nos fijamos en lo que nos falta, no en lo que hemos recibido más que otros (nacer en un país en paz, desarrollado, tener una buena familia, una inteligencia educada, una buena salud, más dinero, mas formación, un aspecto agradable…), que nos hemos encontrado sin haber hecho nada para tenerlos o disfrutarlos.
Desde el punto de vista económico observamos grandes desigualdades entre los más pobres y los más ricos. Sabemos que hay 8 hombres en el mundo que concentran tanta riqueza como la mitad más pobre de la humanidad. También sabemos que en España solo 3 personas acumulan tanto dinero como la población de Cataluña y Madrid juntas. ¿Es esto injusto? No desde un punto de vista económico; lo será si ellos no contribuyen con justicia a que el Estado pueda hacer Justicia Distributiva, por el pago de sus impuestos.
La justicia distributiva es la JUSTICIA con mayúsculas, la que iguala derechos, la que iguala bienestar en la sociedad; es la justicia cotidiana, la de cada día, no la que se persigue en los tribunales por un abuso o diferencias entre personas. La Justicia Distributiva aporta derechos a quienes ha desfavorecido “la vida”. Hablamos de JUSTICIA SOCIAL
Pues, ¿cómo se puede hacer Justicia?, ¿cómo se puede reducir la desigualdad? Se puede hacer por el cumplimiento de los Derechos Humanos, de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Es decir, igualando oportunidades a quienes no las tuvieron por el derecho al trabajo, a la sindicación, a la vivienda, a la educación, a la salud, a la justicia…¿Y qué tienen que hacer la ciudadanía y las empresas para que se dé esta JUSTICIA? Pagar los impuestos y, por supuesto, exigir a los gobiernos que se distribuyan los gastos justamente. Es decir, por la aplicación de los impuestos a gastos sociales. Así se equilibra la injusticia, pues se aportan educación, salud, vivienda… a quien no la puede tener de otro modo.
Por todo esto es necesario, imprescindible, que la ciudadanía y las empresas paguemos los impuestos. Si no lo hacemos es imposible que haya JUSTICIA, con mayúscula.
Cuando una empresa, o una persona, tiene sus fondos en guaridas fiscales u organiza un entramado para no pagar impuestos, no solo actúa contra la justicia, sino que, además, crea desigualdad por varios caminos: porque las ayudas a los más vulnerables se ven reducidas por falta de ingresos, y por tanto se disminuyen sus derechos, y porque otras personas están pagando más impuestos para que esa empresa pueda disfrutar de seguridad física y jurídica, de autovías, de servicios públicos… que sostienen la estructura del Estado. Rompen el “pacto social” por el que quienes viven en un país lo sostienen con sus aportaciones. Su actuación es pues injusta y viola el artículo 31 de la Constitución, que ordena “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica, mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.”
Ninguna empresa puede justificar no pagar impuestos porque se aporte al país la creación de empleo, porque la razón por la que se crea empleo es para obtener más beneficios… Pero no vale tampoco la razón de pagar impuestos en otros países, porque una parte de los beneficios los obtienen en nuestro país con sus servicios y estructuras. Servicios y estructuras que pagamos entre todos.
Si no se pagan los impuestos se impide que el Estado pueda aplicar justicia distributiva, la más inmediata, la que afecta al desarrollo de las personas. Van contra el sistema que nos hemos dado para sostener el país. Los evasores de impuestos son los auténticos “antisistema”.
Pues sin impuestos no hay Justicia.