Confesiones de un banquero arrepentido

El ejecutivo Rainer Voss cuenta en un documental los secretos de las empresas de inversiones que provocaron la crisis actual

Gregorio Belinchón  Madrid 18 mayo 2014

Los bancos tienen un plan B para todo. Bueno, para casi todo. Porque no hay plan B para esta crisis

Logramos que la economía real se subordinara a la financiera

 El dinero es como el amor: nunca tienes suficiente

El rascacielos está vacío. En una planta diáfana, un hombre se asoma al gran ventanal, desde el que se ven los otros edificios que componen el distrito financiero de Fráncfort. El hombre se da la vuelta: «En una sala como esta, un lugar sagrado, una trade room, cabrían un centenar de brokers». Así arranca el documental Master of universe, el Yo confiesode Rainer Voss, ejecutivo alemán de banca, un hombre que delante de una cámara cuenta -eso sí, sin decir nombres ni concretar datos para no pillarse los dedos- cómo se llegó a la crisis financiera desde un punto de vista único: el de un poderoso trabajador de un banco de inversiones.

Master of universe se proyectó en DocumentaMadrid hace dos semanas y Voss presentó sus sesiones. El alemán dejó la banca en 2008 (tras casi 20 años de trabajo), cuando en su último puesto -no dice el banco, pero un paseo por Internet aclara que fue el Deustche Bank- le acabaron reventando la vida. Voss, que tiene ahora 55 años, no es un radical, cree en el capitalismo, en los mercados de valores, le gustaba ganar dinero. «Lo que me enfurece es en lo que se ha convertido el sistema. Se ha pervertido». Cuenta que en su primer día de trabajo como trader ya ganó más que lo que su padre ingeniero ahorró en toda su carrera. Que algunos días hizo ganar a su empresa varios millones de euros. «¿Mi puesto? Umm, a ver. Primero está el Consejo de Administración, luego un primer anillo o escalafón, y luego uno segundo: ahí estaba yo». Y empieza a recordar su vida y a analizar la crisis de forma iluminadora: «Creamos innovaciones financieras. Logramos que la economía real se subordinara a la financiera. Y sobre todo, se desregularizó el mercado. No te engañes: no existe el libre mercado. ¿La crisis es culpa de la desregularización? No. ¿Es un prerrequisito? Desde luego».

Voss ganó mucho dinero. Aprendió inglés -hoy lo habla fluido-, se compró una casa de veraneo en Cataluña, dejó de ver a su familia, dormía en la oficina. «No existe el mundo exterior. Te vas de vacaciones con compañeros, de fiesta con ellos. De casa al trabajo en coche y vuelta». Y seguía recolectando ganancias: «Es fácil hacer ganar una millonada con minúsculos movimientos de precios. Si tienes millones de euros a tu disposición para invertir, solo necesitas que el precio varíe un 0,0001% para obtener grandes beneficios. En la pirámide alimenticia mercantil, empresas como Siemens o Volkswagen son más listas que un banco. Y debajo de ellos estarían las compañías intermedias, los Gobiernos locales y los inversores privados. Hay un viejo dicho en las bolsas: los inversores privados siempre pierden. A veces ganan, pero es como jugar a la ruleta«. Y recuerda: «Hace dos décadas, una acción estaba unos cuatro años en manos de su dueño. Hoya la media es de 22 segundos».

No hay grandes lamentaciones: Voss sabía lo que hacía. «Pero sentía que a mi alrededor los valores morales que yo poseía se iban pudriendo, que el sistema y la sociedad se alejaban de mí». Delante de la cámara el exejecutivo para tres veces la grabación: cuando le preguntan por cuánto sabían los clientes de los productos que él les colocaba, aunque en persona explica: «La avaricia, la competición es tremenda. Solo vendes tu producto a clientes sin las mismas oportunidades que tú«; la segunda cuando le inquieren por su familia (tampoco añade mucho más en persona, salvo que sus hijos le recordaron por qué había empezado en la banca: «Para ayudar a la gente»), y la tercera, para hablar del miedo de un trader cuando peligra su trabajo. A cambio aporta grandes titulares: «El próximo país en peligrar en la Eurozona será Francia»; «Los mercados no aprenden»; «Claro que sabíamos que iba a haber guerra en Irak»; «Los bancos tienen un plan B para todo. Bueno, para casi todo. Porque no hay plan B para esta crisis»; «El dinero es como el amor: nunca tienes suficiente»; «¿Cuánto gané? Más de lo que algunos piensan, menos de lo que otros creen. Es como los futbolistas: unos pensarán que ganan poco, otros que mucho».

¿Y qué puede hacer un ciudadano normal? «El abatimiento es un sentimiento estéril. Enfádate, levántate, protesta como Occupy Wall Street, escribe a tus políticos. De verdad que la gente que hay en Bruselas es inteligente, competente. ¿Por qué no controlan el sistema financiero? Bueno. es es como si quisieras sacar el dinero del sistema como el aire dentro de un globo y solo tienes una aguja. No quieres estallar el globo-sistema, sería una catástrofe. Debes pinchar con mucho cuidado para que salga el aire poco a poco… mientras los países siguen pidiendo ayuda a paladas. Complejo».

«Quiero que la gente que vea el documental entienda que el dinero es irrelevante en ese contexto, en el que se mueve tanto. Es más importante la avaricia, la competición, la sensación de pertenecer a una secta, a un movimiento especial. Y que no hay buenos o malos como dicen los medios de comunicación. No hay un grupo de gánsteres. Es todo más complicado, es el mismo sistema el que ha olvidado la moral, es gente que se convierte en culpable sin ser culpable según las reglas del sistema».

A Voss le gusta cómo refleja su mundo el documental Inside job y el filme Margin call. «¿Wall street? Bah, es como una ópera». Ahora el alemán lleva camisetas, va en vaqueros: «Me dedico a hacer nada [risas]. Hace 200 años había gente que filosofaba, pensaba y nos parecía bien. Hago eso ahora y parece extraño». ¿Qué opina de la situación actual en España? «No sé mucho… Mira, una vez vine a unas reuniones en la sede de Bankia [en las torres KIO]. Y nada bueno podía salir de un edificio inclinado, en el que te asomabas al vacío desde sus ventanas».

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