Los altos precios de los minerales ponen en riesgo la energía solar en Europa

Los minerales con los que se fabrican los paneles solares están sufriendo un alza en sus cotizaciones. Algunas materias primas como el polisilicio han triplicado su precio en los mercados internacionales en el último año.

Europa quiere acelerar el despliegue de energías renovables. La coyuntura bélica en Ucrania ha precipitado todo y los planes de Bruselas para dar la espalda a la energía rusa pasan por una mayor autonomía a base de tecnologías fotovoltaicas. Tanto es así que el plan REPowerEU plantea duplicar el peso de la producción con este tipo de energía para 2025. Sin embargo, la crisis económica que azota al planeta también está teniendo repercusiones en este sector, ya que los minerales con los que se fabrican los paneles solares están sufriendo un alza en sus cotizaciones. Algunas materias primas como el polisilicio han triplicado su precio en los mercados internacionales en el último año. Otros recursos como el cobre, aluminio, el acero galvanizado han subido su precio algo más de un 30%, según ha advertido la consultora energética WoodMackenzie (WoodMac).

En líneas generales, los precios del sector solar han crecido en 2021 un 20%, según los datos presentados por la consultora. Algo que no deja en buena posición a Europa, con una dependencia del exterior importante. «Si la situación actual persiste, el aumento de los costos de capital, combinado con mayores costos de operación y mantenimiento, podría causar que los proyectos se retrasen o cancelen, ahogando el desarrollo solar europeo», ha explicado Theo Theodorou, analista sénior e investigador en materias primas solares de WoodMac, que estima que Europa solo podría incrementar su producción local hasta los 16 GW, mientras que la estrategia de Bruselas se fija un horizonte de 320 GW para 2025, lo cual refleja la dependencia del continente del exterior. 

«En ningún caso se va a dejar de instalar energías renovables por la subida de precios. Puede haber retrasos en los planes, pero no se va a parar el proceso», advierte Ismael Morales, experto de la Fundación Renovables. Las previsiones de los mercados apuntan en la misma dirección y la ola de energía verde está lejos de tocar techo. El último reporte de WoodMac habla de una subida interanual del 8% en la instalación mundial de tecnologías solares y fotovoltaicas de aquí a 2031. En ese incremento paulatino, Asia lleva la batuta.

Evolución de la demanda de instalación solar. — Wood Mackenzie

Morales explica que la volatilidad de los precios de las materias primas solares no se inscribe dentro de una crisis estructural, sino que se enmarca en una coyuntura de inestabilidad concreta que empieza con la covid-19 y termina con los cuellos de botella generados por una recuperación económica elevada que ha chocado de lleno con el descenso del transporte marítimo de zonas cruciales como China, uno de los principales proveedores fotovoltaicos del planeta.

«La mayor parte del incremento viene también por la subida del valor de los combustibles fósiles como el gas o el petróleo y su impacto en el transporte», agrega el experto, que considera que para 2025 el sector se estabilizará con precios «más o menos» similares a los que había antes de la pandemia.

En cualquier caso, el incremento de los costes está poniendo sobre relieve la clara dependencia que Europa tiene respecto a los mercados internacionales para poder desplegar su programa de transición energética e incentivar la producción solar. Según el informe de WoodMac, Europa produce menos de la mitad del polisilicio necesario para satisfacer su demanda interna. Además, señala, la mayor parte de la producción que se consigue en el viejo continente, asentada en Alemania, se destina a la exportación.

¿Qué puede hacer Europa ante esto? Theodorou señala la importancia de que las autoridades actúen con «rapidez» para abordar «los problemas de suministro y avanzar hacia una cadena de valor solar autosuficiente que permita la expansión rápida y necesaria». El experto de la Fundación Renovables comparte esa visión, pero alerta de los peligros que puede suponer abrir la veda a la minería en el viejo continente: «Si no e hace bien puede convertirse en una artimaña de las multinacionales mineras para reducir la legislación ambiental europea. Somos una potencia en protección de espacios naturales. España, por ejemplo, podría ser una potencia de acero o silicio, pero se prioriza la protección ambiental por encima de la economía, algo que no pasa en China, Chile, Bolivia o Australia. Hay que tener cuidado porque puede haber presiones para rebajar las legislaciones, cuando el camino debe pasar, primero, por una descarbonización de la minería y el fomento de una minería sostenible».

Se ponen sobre la mesa cambios que impliquen a Europa en la cadena de valor fotovoltaica de tal forma que no se levanten las normativas de protección ambiental, sino que se mantengan y se impida que la producción se externaliza en países con una mayor permisividad con los impactos en el entorno y en la sociedad. «Habrá muchas trabas por parte del sector minero, pero hace falta potenciarlo», apostilla Morales, que reclama también el incentivo de economía circular que consiga rescatar los minerales de los paneles en desuso para fabricar nuevas.

Alejandro Tena
Público

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