La hora de la verdad

Último episodio, por ahora, de la crisis múltiple que atenaza a España, el hundimiento de Bankia ilustra a la perfección el tejido de mentiras con que la clase dirigente trata de atemorizar a la población y hacerle aceptar un empobrecimiento generalizado. Ha llegado la hora de decir ¡Basta! y exigir la publicación sin restricción alguna de las cuentas reales de todas las entidades financieras.

Ello facilitará, en la senda de la querella presentada por el movimiento 15 M (http://15mparato.wordpress.com/campana-legal/#QuerellaPaRato), que los culpables del desaguisado –sean banqueros, políticos, cargos públicos o empresarios– respondan de sus actuaciones ante los tribunales pertinentes. Debe aclararse si, además de las pérdidas provocadas por la locura inmobiliaria, las deudas de la Comunidad de Madrid o determinados tejemanejes políticos y deportivos han incidido en la práctica quiebra de la cuarta entidad financiera del país.

Debemos saber con qué argucias contables, después de haber realizado provisiones por valor de 3.692 millones de euros, Bankia ha pasado en pocos meses de tener en 2011 un beneficio neto de 309 millones a confesar unas pérdidas de más de 3.000 millones. Urge saber por qué en 15 días el ministro de Economía ha incrementado de 7.000 a más de 23.000 millones las necesidades de recapitalización de la entidad madrileña. La sociedad debe conocer también las razones por las cuales los consejeros de los sindicatos mayoritarios, del PSOE y de IU han aceptado sin el más mínimo comentario las sucesivas cuentas presentadas por Rodrigo Rato y su sucesor.

Bankia ocupa ahora el vórtice del huracán, pero la mayoría de los analistas y organismos internacionales coinciden en señalar que muchas otras entidades necesitarán inyección de dinero público, en un cantidad que oscila de 50.000 a 90.000 millones de euros o incluso más. Con el bono a 10 años suscrito a un interés del 6,5 %, el Tesoro español no puede hacer frente a estas deudas adicionales, por lo que se hace inevitable algún tipo de rescate, ya sea de España en su conjunto o tan sólo del sector financiero.

La primera solución parecería de momento descartada. Como Felipe González y tantas voces “autorizadas” han repetido en los dos últimos años, rescatar España supondría la implosión definitiva de la eurozona: su coste, en efecto, equivaldría al doble de  las sumas comprometidas en el conjunto de Grecia, Irlanda y Portugal, países intervenidos cuando el interés de su deuda rozaba el 9 %, tasa bastante superior al 6,5 % del actual bono español.

La segunda opción, el rescate desde fuera del sector financiero, también supondrá, como ya nos han avisado, una nueva tanda de recortes y ajustes brutales, a semejanza de lo que han de soportar los tres países intervenidos. Forma parte del engaño a que nos vemos sometidos. Poco importa que los sacrificios impuestos a una población cada vez más desesperada incrementen el volumen de la deuda total, haciéndola finalmente impagable tal como se ha visto en Grecia. Con la complicidad de los partidos de gobierno, el credo ultraliberal imperante presenta la secuencia rescate europeo-miseria ciudadana como una verdad científica tan inapelable como la ley de gravitación universal. No puede aceptarse.

Resulta imprescindible transformar el actual modelo social y económico, para hacerlo mucho más igualitario y compatible con las necesidades de una población mundial cada vez más fracturada. La arquitectura política e institucional que nos envuelve impide avanzar en esta dirección.¿Puede superarse esta situación sin una estrategia capaz de alumbrar un nuevo contrato social? ¿Cuáles pueden ser las estructuras alternativas capaces de subvertir un orden caduco y tanto más implacable cuanto se sabe herido de muerte? La hora de la verdad ha llegado para todos.

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